martes, 17 de abril de 2007




Tus manos
siempre encuentran en mi piel
una senda inexplorada
para zarpar con rabiosa gana
a la apetecida boca
del relámpago carnal

Tus manos
saben evadir la rutina,
cuando las pienso
se humedece mi memoria
e impaciente las aguardo

Dina Posada, Exploradoras


A oscuras en los brazos sabios de la noche, a solas en el silencio blando de las sábanas, a pesar de esta calma acogedora y dócil que invita al sueño, a tientas recorriendo sendas que otro paso, insistente, perdurable, hizo imborrables, a la deriva en un mar de agua viva que me cubre de espuma, entregada y sin defensa ante un fuego que hierve bajo mi piel y crece bajo el lascivo, indecente, delicioso tacto de mis dedos disfrazados de tí...

Buenas noches.




5 comentarios:

Anónimo dijo...

No ráfagas de amor es lo que pide el beso,
sino habitar en tus manos
que son mis manos:
claridad de la luz en la luz,
labios del amor verdadero;
y en la perfección de tu magnífica mano
darle dichoso a los días
un tiempo que sea mi tiempo,
siempre eterno de amaneceres
igual al sol de la vida.
El florecido sueño tiene el sabor de tus manos,
y tus manos saben a lo que sabe la fruta
cuando madura bajo las manos de Dios.

Anónimo dijo...

Buenas noches, Exilio.

No quiero molestar. Sólo desearle suerte en esta nueva andadura.

Un beso desde Cádiz.

Belén.

D.K. dijo...

Simplemente pasaba por aquí para desearte buenas noches, Exilio. Un placer leerte, como siempre. Besos.

Guindilla, un besote fuerte.

Sofía, para usted también, que no se me escapa,

Anónimo dijo...

Gracias, D.K. por ese beso. :)

Exilio, niña mía, te contaría del cansancio, pero cuando llego y me dejo arrullar por los poemas y las imágenes, acabo soñando... y no doy para encontrar mis propias palabras.

Si la cosa va bien, hoy llegaré algo más espabilada y con la canción puesta. De momento, gracias por tus canciones de cuna y besicos.

JuK dijo...

Lo prometido es deuda, Pelirroja. Una deuda que es fácil de satisfacer, uno llega aquí como náufrago desarbolado y se encuentra exactamente lo que espera, un exilio en una isla a la antigua usanza, arrojado a la playa tachonada de lo que la marea le deja a regañadientes y también de otros náufragos. Una orilla colonizada de palabras, de seda, de piel, de imágenes, de aromas...

Siempre me he preguntado cómo hace Ud para desearnos buenas noches desde el corazón mismo de nuestros propios sueños. No sale uno nunca indemne de revolcarse en sus playas, uno sólo puede escoger si se lleva adherido el aroma dulzón de la arena o el sabor familiar del salitre.

A menos que encuentre una ducha tras esas palmeras.

Un beso, Exiliada.