jueves, 31 de mayo de 2007





Cúbreme, amor, el cielo de la boca...
Rafael Alberti

1. Aire sólo, fervor que callo y digo,
palabra que te nombra y te delata,
que te eleva en su vuelo o te maniata:
en mi boca te encierro o te prodigo.

Te dejo a la intemperie o al abrigo,
te guardo en ventisquero o en fogata.
Pródiga, codiciosa catarata,
vas en mi labio como fiel testigo

de todo lo que en él pones y eres,
de todo lo que en él tu sed convoca
y de lo que en su amor beber quisieres.

Silencia esta ebriedad que el labio aloca
y con el agua en que dichoso mueres
cúbreme, amor, el cielo de la boca.

2. Hay esta piel por tanto beso herida,
esta música en tanta luz cegada,
esta ternura a solas escanciada,
esta verdad por tu fervor vertida,

esta palabra en sombras encendida,
esta caricia ardiendo derramada,
tu mirada bebida y escuchada,
tu silencio envolviéndome la vida,

todas las cosas que forman mi cielo:
el canto, la presencia de tu beso,
la voz que tiene cada anhelo preso,

los aleros del ave ahíta en vuelo,
tu sed lo enciende todo y me lo quema
con esa arrebatada espuma extrema.


Carmen González Huguet, Ausencia (fragmento)

Seré de arcilla en las manos que sepan moldearme, y seré madera viva entre los dedos diestros que sabrán descubrime, y seré agua fresca en la boca sedienta, y pan tierno que alimente al hambriento, y vino caliente en la noche fría, y sombra acogedora en el sol inclemente, y piel suave que cure las heridas, y hogar abierto al viajero que reconocerá la ruta para encontrarme.

Buenas noches.

















miércoles, 30 de mayo de 2007


Si solamente me tocaras el corazón,
si solamente pusieras tu boca en mi corazón,
tu fina boca, tus dientes,
si pusieras tu lengua como una flecha roja
allí donde mi corazón polvoriento golpea,
si soplaras en mi corazón, cerca del mar, llorando,
sonaría con un ruido oscuro, con sonido de ruedas de tren con sueño,
como aguas vacilantes,
como el otoño en hojas,
como sangre,
con un ruido de llamas húmedas quemando el cielo,
sonando como sueños o ramas o lluvias,
o bocinas de puerto triste;
si tú soplaras en mi corazón, cerca del mar,
como un fantasma blanco,
al borde de la espuma,
en mitad del viento,
como un fantasma desencadenado, a la orilla del mar, llorando.

Como ausencia extendida, como campana súbita,
el mar reparte el sonido del corazón,
lloviendo, atardeciendo, en una costa sola,
la noche cae sin duda,
y su lúgubre azul de estandarte en naufragio
se puebla de planetas de plata enronquecida.

Y suena el corazón como un caracol agrio,
llama, oh mar, oh lamento, oh derretido espanto
esparcido en desgracias y olas desvencijadas:
de lo sonoro el mar acusa
sus sombras recostadas, sus amapolas verdes.

Si existieras de pronto, en una costa lúgubre,
rodeada por el día muerto,
frente a una nueva noche,
llena de olas,
y soplaras en mi corazón de miedo frío,
soplaras en la sangre sola de mi corazón,
soplaras en su movimiento de paloma con llamas,
sonarían sus negras sílabas de sangre,
crecerían sus incesantes aguas rojas,
y sonaría, sonaría a sombras,
sonaría como la muerte,
llamaría como un tubo lleno de viento o llanto
o una botella echando espanto a borbotones.

Así es, y los relámpagos cubrirían tus trenzas
y la lluvia entraría por tus ojos abiertos
a preparar el llanto que sordamente encierras,
y las alas negras del mar girarían en torno
de ti, con grandes garras, y graznidos, y vuelos.

¿Quieres ser fantasma que sople, solitario,
cerca del mar su estéril, triste instrumento?
Si solamente llamaras,
su prolongado són, su maléfico pito,
su orden de olas heridas,
alguien vendría acaso,
alguien vendría,
desde las cimas de las islas, desde el fondo rojo del mar,
alguien vendría, alguien vendría.

Alguien vendría, sopla con furia,
que suene como sirena de barco roto,
como lamento,
como un relincho en medio de la espuma y la sangre,
como un agua feroz mordiéndose y sonando

En la estación marina
su caracol de sombra circula como un grito,
y los pájaros del amr lo desestiman y huyen
sus lista de sonido, sus lúgubres barrotes
se levantan a orillas del océano solo

Pablo Neruda, Barcarola (de "Residencia en la Tierra II")


Late a trompicones, con el ritmo que marcan las ausencias, con la lentitud que imprime la lejanía, con el repiqueteo de la sorpresa y el encanto, con el duermevela casi enloquecido de la soledad, con la prisa de la impaciencia, con el temor del silencio.

Palpita incansable con bruscas paradas entre salvajes galpopes, con inesperadas pausas llenas de incertidumbre, con minúsculos infartos cuando le falta el alimento, el oxígeno que necesita, con su imprevisible paso de bailarín infatigable... porque este corazón no se cansa de soñar, ni sabe dejar de esperarte.

Buenas noches...



martes, 29 de mayo de 2007


Pensé morir, sentí de cerca el frío,
y de cuanto viví sólo a ti te dejaba:
tu boca eran mi día y mi noche terrestres
y tu piel la república fundada por mis besos.

En ese instante se terminaron los libros,
la amistad, los tesoros sin tregua acumulados,
la casa transparente que tú y yo construimos:
todo dejó de ser, menos tus ojos.

Porque el amor, mientras la vida nos acosa,
es simplemente una ola alta sobre las olas,
pero ay cuando la muerte viene a tocar a la puerta

hay sólo tu mirada para tanto vacío,
sólo tu claridad para no seguir siendo,
sólo tu amor para cerrar la sombra.


Pablo Neruda, Soneto XC
(de "Cien sonetos de amor - Noche")



Vivimos en total ignorancia, en absoluta oscuridad; ciegos a las señaless que se nos presentan y son tan evidentes como misteriosas; sordos a las llamadas que nos están destinadas, que suenan diáfanas pero que no percibimos; inmunes al hechizo y a la magia que, sin embargo, nos afectan y nos condicionan irremediablemente; mudos ante las maravillas, incapaces de expresar nuestro deseo, renunciando al placer por la seguridad, evitando las dulces rutas del sueño posible para seguir el camino trazado de una realidad aplastante.

Hasta que se hace la luz.. y, repentinamente, vivir así es sólo sobrevivir. Y ya sólo podemos tener una vida en la que veamos claramente, escuchemos atentamente, sintamos intensamente, deseemos impúdicamente... Una vida sólo completa si se vive con quien nos
ha hecho libres atándonos a su lado.

Buenas noches...



lunes, 28 de mayo de 2007


Toda la noche he dormido contigo
junto al mar, en la isla.
Salvaje y dulce eras entre el placer y el sueño,
entre el fuego y el agua.

Tal vez muy tarde
nuestros sueños se unieron
en lo alto o en el fondo,
arriba como ramas que un mismo viento mueve,
abajo como rojas raíces que se tocan.

Tal vez tu sueño
se separó del mío
y por el mar oscuro
me buscaba
como antes
cuando aún no existías,
cuando sin divisarte
navegué por tu lado,
y tus ojos buscaban
lo que ahora
—pan, vino, amor y cólera—
te doy a manos llenas
porque tú eres la copa
que esperaba los dones de mi vida.

He dormido contigo
toda la noche mientras
la oscura tierra gira
con vivos y con muertos,
y al despertar de pronto
en medio de la sombra
mi brazo rodeaba tu cintura.
Ni la noche, ni el sueño
pudieron separarnos.

He dormido contigo
y al despertar tu boca
salida de tu sueño
me dio el sabor de tierra,
de agua marina, de algas,
del fondo de tu vida,
y recibí tu beso
mojado por la aurora
como si me llegara
del mar que nos rodea


Pablo Neruda, La noche en la Isla

(de "Los versos del Capitán - El amor")



Aún no me he dormido y ya mi cuerpo se prepara, se anticipa al encuentro con la oscuridad de las sábanas, con la sombra luminosa de la noche, con la luz helada y lejana de la luna.
Aún estoy despierta y ya siento la llamada, urgente, apremiante, de la voz que alertará mis sentidos, que acelerará mis latidos, que se enroscará en mi pecho. Mis ojos no están cerrados todavía, pero ya llegan los sueños, ardientes, brillantes, acuciantes, imparables, que me acercarán a quien me desea, que me traerán a quien añoro...

Buenas noches.




domingo, 27 de mayo de 2007


El viento es un caballo:
óyelo cómo corre
por el mar, por el cielo.

Quiere llevarme: escucha
cómo recorre el mundo
para llevarme lejos.

Escóndeme en tus brazos
por esta noche sola,
mientras la lluvia rompe
contra el mar y la tierra
su boca innumerable.

Escucha como el viento
me llama galopando
para llevarme lejos.

Con tu frente en mi frente,
con tu boca en mi boca,
atados nuestros cuerpos
al amor que nos quema,
deja que el viento pase
sin que pueda llevarme.

Deja que el viento corra
coronado de espuma,
que me llame y me busque
galopando en la sombra,
mientras yo, sumergido
bajo tus grandes ojos,
por esta noche sola
descansaré, amor mío.

Pablo Neruda, El viento en la Isla
(
Los versos del capitán - El Amor)


Llega entre revoloteos fieros y nubes fugaces, este poniente implacable, que despeina a la noche, que despierta a los duendes, que desvela los sueños, que arrastra voces lejanas hasta mi puerta, como hojas de árboles de otra isla, de otro mundo, lejano, inaccesible.


Se abalanza el viento como un gigante feroz sobre la luna menguante, confundiendo entre niebla a las estrellas, desordenando la arena de la playa, cargando con el latido inconfundible de otro corazón, como yo, insomne.

Buenas noches...


sábado, 26 de mayo de 2007




¡Sí, todo con exceso:
la luz, la vida, el mar!
Plural todo, plural,
luces, vidas y mares.
A subir, a ascender
de docenas a cientos,
de cientos a millar,
en una jubilosa
repetición sin fin,
de tu amor, unidad.
Tablas, plumas y máquinas,
todo a multiplicar,
caricia por caricia,
abrazo por volcán.
Hay que cansar los números.
Que cuenten sin parar,
que se embriaguen contando,
y que no sepan ya
cuál de ellos será el último:
¡qué vivir sin final!
Que un gran tropel de ceros
asalte nuestras dichas
esbeltas, al pasar,
y las lleve a su cima.
Que se rompan las cifras,
sin poder calcular
ni el tiempo ni los besos.
Y al otro lado ya
de cómputos, de sinos,
entregamos a ciegas
—¡exceso, qué penúltimo!—
a un gran fondo azaroso
que irresistiblemente
está
cantándonos a gritos
fúlgidos de futuro:
«Eso no es nada, aún
Buscaos bien, hay más.»

Pedro Salinas, Versos 702 a 739 (de "La Voz a tí debida)


No existe el exceso de besos, el deseo excesivo, el excesivo amor, exceso de caricias. No hay exceso en la pasión ni en el abrazo. Nunca se tiene demasiado del amante. Nunca se da demasiado de uno mismo al amado.

No
hay exceso imperdonable, excepto el exceso de ausencia y el exceso de dolor que ésta provoca...

No
hay exceso insoportable, excepto el exceso por defecto.

Buenas noches






viernes, 25 de mayo de 2007



Íntima: ya conoces mi corazón, conoces
la solvencia que tiene mi andrajosa tristeza.
ya sabes la semilla que habita en mi cabeza
plagada de cizañas, de sequías y de hoces.

Cálida: ya has bebido mis alcoholes feroces,
ya has fijado a tu dulce sumisa fortaleza
el yugo de mi vida perdida, en donde empieza
un abismo nocturno de pasos y de voces.

Mágica: ya has resuelto mi instinto de venganza
en esta tarea lenta de amar, más que esperanza,
desde la que recibo mi reposo profundo.

Trágica: ya has caído, besándolo, al contagio,
ya has heredado el hosco clamor de mi naufragio,
ya te arrastra la enorme velocidad del mundo.


Félix Grande, Íntima



Me encadeno, sin resistencia, a una sedosa celda, una prisión ardiente, una cárcel de donde no planeo escapar. Me ata un lazo suave, liviano, delicado, imposible de romper, imposible de evitar, que me transforma en cautiva sin otro deseo que seguir siendo esclava. Me quedó grabada a fuego la marca de mi dueño y me ofrezco hecha caricia, envuelta en placer, entregando el sortilegio que le hará mío. Traigo en mis manos los tesoros que él buscaba y, resbalando por mi piel,
el perfume que le llama, el fuego que me inunda, el agua dulce que calmará su sed.

Buenas noches...








jueves, 24 de mayo de 2007



En el silencio de la casa, tú,
y en mi voz la presencia de tu nombre,
besado entre la nube de la ausencia,
manzana aérea de las soledades.

Todo a puertas cerradas, la quietud
de esperarte es vanguardia de heroísmo,
vigilando el ejército de abrazos
y el gran plan de la dicha.

Ya no sé caminar sino hacia ti,
por el camino suave de mirarte
poner los labios junto a mis preguntas
—sencilla, eterna flor de preguntarte—
y escucharte así en mí ¡y a sangre y fuego
rechazar, luminoso, las penumbras...!

Manzana aérea de las soledades,
bocado silencioso de la ausencia,
palabra en viaje, ropa del invierno
que hará la desnudez de las praderas.

Tú en el silencio de la casa. Yo
en tus labios de ausencia, aquí tan cerca
que entre los dos la ronda de palabras
se funde en la mejor que da el poema.

Carlos Pellicer, Recinto (XII; de "Recinto y otras imágenes")


No haré planes, ni diseñaré futuros, ni trazaré rutas seguras, ni evitaré los impulsos, ni negaré mis deseos. No habrá contratos, no exigiré garantías, no hablaré de certezas, no me convencerá el miedo ni me arrastrará la cobardía ni me cegará la razón.

Me saltaré las reglas, romperé cadenas, me rebelaré ante lo establecido, me lanzaré al abismo.. y sé que un segundo, un sólo segundo de libertad, me compensará por una vida de ausencias...

Buenas noches.






miércoles, 23 de mayo de 2007


Tú eres mar
caricia de costas,
mar eres Tú
marejada, pasión, blanca sonrisa.
Yo soy río,
potable, fresco, cristalino,
tan apacible apariencia,
tan agitada profundidad.

Yo soy río,
y puedo ser balada tierna,
y rugir puedo
con fuerza de catarata,
y puedo perderme
en la oscuridad de otras pieles,
y desgastar puedo
tantas y tantas piedras
para fluir hacia la luz,
para penetrar en este Tú: mar
inevitable, querido.

Jorge Bousoño, Yo que soy río (de "Cartas a Teresa")


Tú, que puedes convertirme en fuego, en agua, en volcán, en isla, en desierto... Tú, que sabes hablar con palabras intrincadas que sólo yo entiendo, que sabes llamarme, reclamarme en medio de cada estruendo, que sabes calmarme cuando me aterra el oscuro silencio o la luz insoportable de los gritos. Tú que me empujas sin forzarme, que me incitas sin burlarte, que me enciendes sin tocarme. Tú, que abres tus brazos y los transformas en mi casa, y me haces dueña de tu reino y esclava de tu cuerpo...

Tú, que eres mar y me anegas.. azul, cálido, en marea constante, en tormenta contínua..

Buenas noches

martes, 22 de mayo de 2007



La noche, deseosa, apenumbrada,
te quitó sin pensar las zapatillas...
y —por sentirse blanca y alumbrada—
desnudó blancamente tus rodillas.

Luego —por diversión, sin decir nada—
la noche se llevó tu blusa larga
y te arrancó la falda ensimismada
como una cosa tímida y amarga.

Después te colocaste travesura:
desnudaste tus pechos por ternura
y —hablando de un amor vago, inconexo—

Porque si y porque no, a medio reproche,
desnudaste también, entre la noche,
la noche pequeñita de tu sexo.


Jorge Debravo, Desvestido

Qué sencillo desprenderse de la ropa, exhibirse sin la defensa ni el disfraz de un abrigo, de las telas suaves o ásperas, discretas o llamativas, que nos envuelven y nos esconden, y desnudar la piel, mostrar el cuerpo sin artificios, sin trampas, abierto a la caricia, ofrecido al abrazo, implorante al beso, flexible al gozo, expuesto a la luz de una mirada que nos descubre, cada vez, como si fuera la primera.

Qué inquietante desnudar el corazón, revelar las cicatrices, iluminar los secretos, desgarrar el pesado telón que cubre, de falsa desmemoria, los recuerdos demasiado dolorosos para ser olvidados, las crueles heridas nunca curadas del todo que nos negamos a ver y nos resistimos a enseñar; qué pudor el que provoca la realidad completamente desnuda que nos viste debajo de todas nuestras tretas y que desaparece ante la mirada que nos explora, cada vez, como si fuera la última...

Buenas noches....





lunes, 21 de mayo de 2007



Ven esta noche,
ven todas las noches,
ven con los pies descalzos,
con tu alma desnuda,
con la sed encendida.

Bébete mi sangre, impetuosa y rica,
que tus venas se ensanchen,
toma de mi lo que quieras,
no dejes nada,
déjame vacío,
sácame la vida, mátame despacio

Mécete en mi hamaca, cómeme a zarpazos,
entrégame tu rabia,
deja el mundo en mi lecho.
que cuando tu cuerpo explote, y tu boca calle en un grito ausente,
allí estaré yo, para abrazar tus restos, y cuidar tus sueños.

Mario Barrundia Sánchez, Ven esta noche




Sólo hay un camino, escarpado y violento, un camino de meta lejana y obstáculos constantes; hay un sólo camino, lleno de oscuros giros y luminosas curvas; lleno de vertiginosas caídas, lleno de impensables recodos; un camino hay tan solo, invadido por una soledad que parece inacabable y casi letal, un camino de trazado incierto, cambiante siempre, nunca terminado, un camino que ofrece, finalmente, un premio deslumbrante .

Sólo hay un camino, que empieza en mi piel y acaba en la suya. Un sólo camino para que mi entrega se funda en sus manos, un único camino para que su cuerpo alcance al mío...

Buenas noches.


(y el camino, esta noche, está bañado en lluvia torrencial e iluminado por una implacable tormenta. No se extravíen...)



domingo, 20 de mayo de 2007




Como es misericordia la locura
y el espacio nos brinda la bienaventuranza,
como es la noche viva, la lluvia silenciosa
que va del corazón del hombre hasta los ojos
en un encendimeinto de sombra y hermosura.
Como sé que al morir terminará la muerte.

Como en el corazón se derrama la sangre
con un rumor de lluvia que ilumina la niebla.
Como tengo fe de soñar que te amo,
mi carne será un día como un agua corriente
y mi cuerpo será de silencio amoroso,
de cristal dolorido cuando tú lo iluminas.

Como en la inclinación morena de tus ojos
el silencio vencido se convierte en aroma.
Como tengo una voz que se cubre de yerba
donde vuelan las alondras y palabras y lágrimas.
Y como en tu cabello despierta la agonía,
y la paciencia intacta naufragará en la sangre
porque existe la muerte,
porque la sombra clara se convierte en misterio
y la quietud del mundo colma la transparencia,
porqué el último olvido morirá con el hombre,
y tu boca de llanto y amapolas violentas,
y tus brazos de cal y niebla reclinada,
y tus manos delgadas como álamos de espuma,
y mi voz,
y mis ojos,
todo será divino al perder la memoria.

Como insiste el dolor, pero no se termina
y es la lenta ascensión de la sangre al reposo.
Como es la primavera al donaire
porque llevas el alma derramada en el paso.
Como es la caridad para mirar tu cuerpo
y es la noche tranquila tu encendida alabanza.

Como tú eres el único sufrimiento posible
y la angustia de cal que me quema los ojos,
con humildad,
buscando la palabra precisa,
yo te ofrezco la sombra, la paciencia del mundo
donde olvido la espera,
donde olvido esta inmóvil angustia
de ser junco y sentir en las plantas los impulsos del río,
donde puedo creer,
donde puedo creer, porque marchamos juntos
igual que dos hermanos perdidos en la nieve

Luis Rosales, Ascensión hacia el reposo


Descansa, ahora descansa y sueña; juega con piezas sueltas, inconexas, que sólo él reconoce y aprecia; se sumerje en aguas claras, hechas de recuerdos dulces, de mil y una imágenes guardadas con exquisito cuidado; se abre, cálido, a las caricias suaves que añora, se acerca, excitado, a las caricias apasionadas que le esperan; se desliza, imprudente, por el filo más febril de sus deseos; se acurruca en los brazos del sueño, como un niño cansado, somnoliento, llenas las manos de sol, llenos los ojos de luz; se adormece así, mi corazón cada noche..

Que sean buenas, para todos ustedes...




sábado, 19 de mayo de 2007



Existen madrugadas
que se clavan en los ojos

con un dolor antiguo y enajenado,
como si la historia fuera
enteramente
nuestra hija
y nos dolieran los jardines derrotados
de la hermosa Alejandría

o las naves naufragadas de Cartago
lo hicieran
a causa de escollos
nutridos en nuestros parques.

Hay madrugadas
cargadas de distancias

que se hacen imposibles navegarlas
hasta el sueño
sino que calmadas o intempestivas
irritan nuestra piel y nos desvisten,
dejándonos solitarios
ante las horas
hirientes de silencio,
sin nadie en quien volcar nuestras palabras,
sin nadie al que atender con nuestra sombra.

Hay brumas
que se adhieren a los ojos
insomnes
y nos ahogan tiernamente

con enigmas de rumores innominados
y en esa vela,
el tiempo en la memoria,

con fragancias lejanísimas,
nos llega a borbotones
y, solitarios,
somos presas
de sus garras asesinas

y nos llaga la carne
y nos mustia el ánimo sin fe

y nos seca la lengua,
dejándonos exhaustos y doloridos
como mártires sin dioses a los que orarles
tanta negritud frente a la hoguera,
tanta angustia ante los Gólgotas
y tan tenaz melancolía nos embriaga
por todos los trenes que, huidos,
se adentraron en la niebla y
cargadas sus bodegas con adioses,
no supimos anclarlos a nuestras bitas
o no quisimos arriesgarnos a sus óxidos.

Así este escalofrío en los andenes,
este silencio de pluma malherida,

estos duermevelas interminables

que vuelcan sus fiebres en nuestras sábanas.

Así este Norte en mi espalda
quemando con su lengua
las semillas
de luces por llegarnos,
así esta humedad en mi camino

arañado por las lunas,

así estas ganas de sentir
el roce de tus dedos,

de tu voz

y que amanezca.

Jota Azimut, Ovillos en el insomnio



Hay madrugadas eternas de impaciencias, infinitas de claroscuros inquietantes, en las que el descanso es imposible, a las que el amanecer no puede iluminar; madrugadas que se extienden una vez llega la mañana, infectando de noche todo el día; madrugadas heladas que detienen los relojes con el hielo de la ausencia; madrugadas violentamente sonoras con la voz lejana que soñamos escuchar en la distancia...

Buenas noches.












viernes, 18 de mayo de 2007




Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.
Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
Tú por tu sueño, y por el mar las naves.

En cárceles de espacio, aéreas llaves
te me encierran, recluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis aves.

Saber que duermes tú, cierta, segura
—cauce fiel de abandono, línea pura—,
tan cerca de mis brazos maniatados.

Qué pavorosa esclavitud de isleño,
yo, insomne, loco, en los acantilados,
las naves por el mar, tú por tu sueño.

Gerardo Diego, Insomnio



Cae otra noche sobre mí, luminosa, estrellada, misteriosa, entregando su tesoro de promesas en forma de sueños. Esos sueños tan vívidos, tan reales, tan palpables que bien pudiera estar despierta; esos sueños que llevan lejos, donde esperan mi llegada, donde espero llegar; esos sueños que me abren puertas secretas y me descubren placeres, caricias, murmullos lascivos, tiernos, apasionados, locos que se difuminan al amanecer; esos sueños que me convierten en pura piel impura, en gemido anhelante, en agua caliente y salada, en cuerpo invadido, sin resistencia, por un imparable, salvaje, arrasador ejército llamado deseo..

Buenas noches...

jueves, 17 de mayo de 2007




El olfato no huele, ojo no mira.
Ni gusta lengua ni conoce el seso.
Eso sabemos, corazón que aspira.
Tan sólo eso.
Quién pudiera cual tú mirar tan leve
esta colina que una paz ya toma:
mirar el campo con amor, con nieve:
poder llamarlo fresca luz, paloma.

Quién pudiera cual tú tocar tu mano,
saber que es mano y conocer su sino,
saber tu hueso fatigado, humano,
pensar el viento que en la noche vino.

Saber qué es este ruido, esta nonada,
este grito que nace de un abismo,
de una tristeza tan desconsolada
como el amor que surge de ti mismo.

Saber la luz y conocerla hermosa,
mirar el cuerpo y conocer su brío,
mirar la noche que en la paz reposa,
fuente sellada al pensamiento mío...

Mirarte a ti, mirar a tu ternura
cuando contemplas mi dolor humano
y me suavizas en la noche pura
con la caricia de tu blanca mano...

Quién pudiera decirte amor, abrigo
de mi vivir, y en lenta letanía
llamarte luz, nombrarte viento amigo,
campo feliz y cielo de armonía.

Carlos Bousoño, Pero cómo decírtelo


Callo y me obligo a creer que no existe lo que callo. Callo, rodeada de ruido, envuelta en mil sonidos, armada con ausencias que me hagan invisible. Callo mi boca, fingiendo una calma que me elude, tramposa, astuta, escurridiza. Callo, ignorando los borbotones de voz, la avalancha descontrolada de sílabas enlazadas como amantes, recogiendo las palabras esparcidas, desplegadas en cada mirada que oculto, en cada sonrisa que ensayo, en cada movimiento, anhelante, expresivo, locuaz, desnudo de mi cuerpo, enmudecido en estruendoso silencio.

Buenas noches, llenas de susurros.







miércoles, 16 de mayo de 2007




Estoy pensando, es de noche,
en el día que hará allí
donde esta noche es de día.
En las sombrillas alegres,
abiertas todas las flores,
contra ese sol, que es la luna
tenue que me alumbra a mí.
Aunque todo está tan quieto,
tan en silencio en lo oscuro,
aquí alrededor,
veo a las gentes veloces
—prisa, trajes claros, risa—
consumiendo sin parar,
a pleno goce, esa luz
de ellos, la que va a ser mía
en cuanto alguien diga allí
«ya es de noche».
La noche donde yo estoy
ahora,
donde tú estás junto a mí
tan dormida y tan sin sol
en esa
noche y luna del dormir,
que pienso en el otro lado
de tu sueño, donde hay luz
que yo no veo.
Donde es de día y paseas
—te sonríes al dormir—
con esa sonrisa abierta,
tan alegre, tan de flores,
que la noche y yo sentimos
que no puede ser de aquí.


Luz de la noche, Pedro Salinas (de "Fábula y signo")


Una luz interna, un sol diminuto, una estrella lentamente fugaz, un fuego que se alimenta de noches y sueños, un cálido, incesante faro girando dentro de mí en la oscuridad... Me ilumina un amanecer constante, incluso en plena noche, y me hace brillar, fosforescente, radiante; me convierte en joya deslumbrante, en diamante perfecto, me cubre con un manto de oro cegador; me transforma en oscura lumbre, luna plateada, cofre del tesoro esperando ser descubierto...


Buenas, dulces, luminosas noches...


martes, 15 de mayo de 2007





Naciste desde el fondo de la noche,
del sueño donde el tiempo comienza a ser raíz
y la mirada sólo tibio aire,
cuándo aún no era ojo, sino apenas un viento suave,
un aroma erigido sin mano que lo toque.

Eras la flor ahogada flotando sobre el cuerpo
en nuestro amanecer hacia la luz;
destrozabas la noche con tus ojos,
hundida en mi desnudo
tal un vivo rumor de brisa que al oído
volcara la virtud de su marea,
y mi aliento en tu savia navegaba,
y tu voz en mi pulso se moría
como sombra de ave agonizante,
transformando mi cuerpo en sueño tuyo,
en vivo espejo abandonado
o silencio que cruza los espacios.

Alí Chumacero, De tiempo a espacio


Tiempo que se estanca, incapaz de avanzar, desesperantemente detenido en el mismo día, repetido, incansable, insoportable; tiempo que se eterniza en horas, que se duplica en minutos, que se expande, infinito, en segundos; tiempo en movimiento imperceptible, jugando, cruel, con unas saetas que se convierten, entre sus dedos, en dardos envenenados, esparciendo, rebelde, caprichoso, la arena del reloj que marcaría el ritmo normal de su paso y que se queda en suspenso en sus manos; revolviendo, desordenando, arrasando, sin un gesto, imperturbable, inmóvil, cada noche, cada madrugada, haciéndolas insomnes, obligándome a esperar mientras, allá lejos, amanece...

Buenas noches...



lunes, 14 de mayo de 2007




Los cielos son iguales.
Azules, grises, negros,
se repiten encima
del naranjo o la piedra:
nos acerca mirarlos.
Las estrellas suprimen,
de lejanas que son,
las distancias del mundo.
Si queremos juntarnos,
nunca mires delante:
todo lleno de abismos,
de fechas y de leguas.
Déjate bien flotar
sobre el mar o la hierba,
inmóvil, cara al cielo.
Te sentirás hundir
despacio, hacia lo alto,
en la vida del aire.
Y nos encontraremos
sobre las diferencias
invencibles, arenas,
rocas, años, ya solos,
nadadores celestes,
náufragos de los cielos.

Pedro Salinas, Versos 1266 a 1289 (de La voz a ti debida)


Mareas, algas, caracolas.. el vaivén de las olas, el olor a salitre, el sabor a sal, el rumor del mar. Todos los tesoros que se encuentran en la playa y que redescubro, como un rito, en mi lecho. Y es tu voz, rumor de mar, y es mi sabor salino, y es nuestro olor el del salitre fresco, y somos olas en movimiento, y me llenas de una marea imparable, de deseo, de placeres, de abismos y tormentas; y me desnudas con dedos mojados, como algas vivas; y me conviertes en caracola, repitiendo tus palabras, tus gemidos, tu llamada, en la distancia.

Buenas noches...




domingo, 13 de mayo de 2007



Esperanza,
araña negra del atardecer.
Tu paras
no lejos de mi cuerpo
abandonado, andas
en torno a mí,
tejiendo, rápida,
inconsistentes hilos invisibles,
te acercas, obstinada,
y me acaricias casi con tu sombra
pesada
y leve a un tiempo.

Agazapada
bajo las piedras y las horas,
esperaste, paciente, la llegada
de esta tarde
en la que nada
es ya posible...

Mi corazón:
tu nido.
Muerde en él, esperanza.


Ángel González, Sin esperanza, con convencimeinto


Me aferro sin remedio a la posibilidad, al sueño por cumplirse; me niego a escuchar las voces de alerta, voluntariamente ciega a los obstáculos, recibiendo el empuje de un deseo tan frágil como poderoso; me hago esclava de la promesa y me doblego, complacida, complaciente, ante la esperanza, ante el veneno dulce de lo desconocido, ante la pulsión apremiante de encontrar mi destino, ante el mareante vértigo de caer hacia el misterio que oculta el mañana.

Me aferro a la esperanza, inocente, cruel, apabullante, confiada, de reconocer esos pasos frente a mi puerta, esa llamada a mi cuerpo, ese abrazo y ese beso aún no dados, esa caricia tantas veces dibujada de ausencia, esas mil y una noches, esos mil y dos días que se me ofrecen y que me tientan...

Buenas noches....




sábado, 12 de mayo de 2007




Como una vela sobre el mar
resume ese azulado afán que se levanta
hasta las estrellas futuras,
hecho escala de olas
por donde pies divinos descienden al abismo,
también tu forma misma,
ángel, demonio, sueño de un amor soñado,
resume en mí un afán que en otro tiempo levantaba
hasta las nubes sus olas melancólicas.

Sintiendo todavía los pulsos de ese afán,
yo, el más enamorado,
en las orillas del amor,
sin que una luz me vea
definitivamente muerto o vivo,
contemplo sus olas y quisiera anegarme,
deseando perdidamente
descender, como los ángeles aquellos por la escala de espuma,
hasta el fondo del mismo amor que ningún hombre ha visto.

Luis Cernuda, Donde habite el olvido


El futuro se escribe en tinta invisible y frágil papel, escritura fugaz que se borra de un soplo del azar; enigma imposible de planificar ni de ordenar y que se nos presenta exultante de promesas posibles y plagado de dulces engaños; secreto que queremos descubrir a toda costa, antes de tiempo; nube cambiante según el viento, según el albur de un destino que se ríe de nuestros deseos y nuestros sueños, que nos los niega como un rey displicente, despegado, sin crueldad, sin intención, sin odio; o que, inesperadamente nos los concede, como un pequeño Dios, caprichoso, omnipotente, misterioso y absolutamente indiferente...

Buenas noches.. llenas de futuro
.



viernes, 11 de mayo de 2007



Recuerdas cuando
en invierno
llegamos a la isla?
El mar hacia nosotros levantaba
una copa de frío.
En las paredes las enredaderas
susurraban dejando
caer hojas oscuras
a nuestro paso.
Tú eras también una pequeña hoja
que temblaba en mi pecho.
El viento de la vida allí te puso.
En un principio no te vi: no supe
que ibas andando conmigo,
hasta que tus raíces
horadaron mi pecho,
se unieron a los hilos de mi sangre,
hablaron por mi boca,
florecieron conmigo.
Así fue tu presencia inadvertida,
hoja o rama invisible
y se pobló de pronto
mi corazón de frutos y sonidos.
Habitaste la casa
que te esperaba oscura
y encendiste las lámparas entonces.
Recuerdas, amor mío,
nuestros primeros pasos en la isla:
las piedras grises nos reconocieron,
las rachas de la lluvia,
los gritos del viento en la sombra.
Pero fue el fuego
nuestro único amigo,
junto a él apretamos
el dulce amor de invierno
a cuatro brazos.
El fuego vio crecer nuestro beso desnudo
hasta tocar estrellas escondidas,
y vio nacer y morir el dolor
como una espada rota
contra el amor invencible.
Recuerdas,
oh dormida en mi sombra,
cómo de ti crecía
el sueño,
de tu pecho desnudo
abierto con sus cúpulas gemelas
hacia el mar, hacia el viento de la isla
y cómo yo en tu sueño navegaba
libre, en el mar y en el viento
atado y sumergido sin embargo
al volumen azul de tu dulzura.
Oh dulce, dulce mía,
cambió la primavera
los muros de la isla.
Apareció una flor como una gota
de sangre anaranjada,
y luego descargaron los colores
todo su peso puro.
El mar reconquistó su transparencia,
la noche en el cielo
destacó sus racimos
y ya todas las cosas susurraron
nuestro nombre de amor, piedra por piedra
dijeron nuestro nombre y nuestro beso.
La isla de piedra y musgo
resonó en el secreto de sus grutas
como en tu boca el canto,
y la flor que nacía
entre los intersticios de la piedra
con su secreta sílaba
dijo al pasar tu nombre
de planta abrasadora,
y la escarpada roca levantada
como el muro del mundo
reconoció mi canto, bienamada,
y todas las cosas dijeron
tu amor, mi amor, amada,
porque la tierra, el tiempo, el mar, la isla,
la vida, la marea,
el germen que entreabre
sus labios en la tierra,
la flor devoradora,
el movimiento de la primavera,
todo nos reconoce.
Nuestro amor ha nacido
fuera de las paredes,
en el viento,
en la noche,
en la tierra,
y por eso la arcilla y la corola,
el barro y las raíces
saben cómo te llamas,
y saben que mi boca
se juntó con la tuya
porque en la tierra nos sembraron juntos
sin que sólo nosotros lo supiéramos
y que crecemos juntos
y florecemos juntos
y por eso
cuando pasamos,
tu nombre está en los pétalos
de la rosa que crece en la piedra,
mi nombre está en las grutas.
Ellos todo lo saben,
no tenemos secretos,
hemos crecido juntos
pero no lo sabíamos.
El mar conoce nuestro amor, las piedras
de la altura rocosa
saben que nuestros besos florecieron
con pureza infinita,
como en sus intersticios una boca
escarlata amanece:
así conocen nuestro amor y el beso
que reúnen tu boca y la mía
en una flor eterna.
Amor mío,
la primavera dulce,
flor y mar, nos rodean.
No la cambiamos
por nuestro invierno,
cuando el viento
comenzó a descifrar tu nombre
que hoy en todas las horas repite,
cuando
las hojas no sabían
que tú eras una hoja,
cuando
las raíces
no sabían que tú me buscabas
en mi pecho.
Amor, amor,
la primavera
nos ofrece el cielo,
pero la tierra oscura
es nuestro nombre,
nuestro amor pertenece
a todo el tiempo y la tierra.
Amándonos, mi brazo
bajo tu cuello de arena,
esperaremos
cómo cambia la tierra y el tiempo
en la isla,
cómo caen las hojas
de las enredaderas taciturnas,
cómo se va el otoño
por la ventana rota.
Pero nosotros
vamos a esperar
a nuestro amigo,
a nuestro amigo de ojos rojos,
el fuego,
cuando de nuevo el viento
sacuda las fronteras de la isla
y desconozca el nombre
de todos,
el invierno
nos buscará, amor mío,
siempre,
nos buscará, porque lo conocemos,
porque no lo tememos,
porque tenemos
con nosotros
el fuego
para siempre.
Tenemos
la tierra con nosotros
para siempre,
la primavera con nosotros
para siempre,
y cuando se desprenda
de las enredaderas
una hoja
tú sabes, amor mío,
qué nombre viene escrito
en esa hoja,
un nombre que es el tuyo y es el mío,
nuestro nombre de amor, un solo
ser, la flecha
que atravesó el invierno,
el amor invencible,
el fuego de los días,
una hoja
que me cayó en el pecho,
una hoja del árbol
de la vida
que hizo nido y cantó,
que echó raíces,
que dio flores y frutos.
Y así ves, amor mío,
cómo marcho
por la isla,
por el mundo,
seguro en medio de la primavera,
loco de luz en el frío,
andando tranquilo en el fuego,
levantando tu peso
de pétalo en mis brazos,
como si nunca hubiera caminado
sino contigo, alma mía,
como si no supiera caminar
sino contigo,
como si no supiera cantar
sino cuando tú cantas.

Pablo Neruda, Epitalamio (de "Los versos del Capitan")


Hay una isla que nos espera, escondida, secreta, invisible a los ojos indiscretos, apartada de las rutas conocidas, cerrada a las tormentas, prohibida al dolor y a la angustia, rodeada de arrecifes tan fieros con los miedos como accesibles a los descubrimientos, poblada de manantiales que ríen y besan, anfitriona de las más dulces pasiones, cómplice de los más íntimos deseos.

Hay una isla que sólo puede pisar quien ha esperado, entre la oscuridad y el deslumbramiento, entre la duda y la certeza, entre el pecado y el misterio, encontrar el tesoro que guarda.

Buenas noches




jueves, 10 de mayo de 2007


Tú eres canto de amor
bajo la piel traslúcida del día,
circulación del alma en las vistosas alas
de las formas terrestres,
destello que delata, jubiloso,
la condición solar de la materia.

Tú has sembrado en la noche
tu plateada flor iridiscente,
y es la muerte por ti una perla negra.

Tú eres alta embajada
del subterráneo fruto,
y está arriba tu sitio, en la fugaz
superficie lograda de las cosas:
brillo eterno del mundo,
rocío del mirar enamorado.

Vicente Gallego, Oda (de "Santa Deriva")


No hay otro Dios tan poderoso, no existe poder más infalible, no se puede encontrar otra maldición ni otra droga, que cause mayor placer, mayor dolor, mayor desesperación, mayor alivio, mayor congoja, mayor éxtasis, mayor destrozo, mayor adicción...

No hay otro Dios tan implacable, tan duro, tan incomprensible, tan absurdo. No hay religión, ni ritual, ni acto de fe, ni entrega tan exigente, tan cruel, tan dulce, tan arrasadora, tan imprescindible.

Sólo el deseo, el deseo de amor, el amor deseado nos elevan a lo más alto mientras nos hacen arrodillarnos en completa, indiscutible, gozosa sumisión.

Buenas noches.