domingo, 27 de mayo de 2007


El viento es un caballo:
óyelo cómo corre
por el mar, por el cielo.

Quiere llevarme: escucha
cómo recorre el mundo
para llevarme lejos.

Escóndeme en tus brazos
por esta noche sola,
mientras la lluvia rompe
contra el mar y la tierra
su boca innumerable.

Escucha como el viento
me llama galopando
para llevarme lejos.

Con tu frente en mi frente,
con tu boca en mi boca,
atados nuestros cuerpos
al amor que nos quema,
deja que el viento pase
sin que pueda llevarme.

Deja que el viento corra
coronado de espuma,
que me llame y me busque
galopando en la sombra,
mientras yo, sumergido
bajo tus grandes ojos,
por esta noche sola
descansaré, amor mío.

Pablo Neruda, El viento en la Isla
(
Los versos del capitán - El Amor)


Llega entre revoloteos fieros y nubes fugaces, este poniente implacable, que despeina a la noche, que despierta a los duendes, que desvela los sueños, que arrastra voces lejanas hasta mi puerta, como hojas de árboles de otra isla, de otro mundo, lejano, inaccesible.


Se abalanza el viento como un gigante feroz sobre la luna menguante, confundiendo entre niebla a las estrellas, desordenando la arena de la playa, cargando con el latido inconfundible de otro corazón, como yo, insomne.

Buenas noches...


2 comentarios:

Sofía dijo...

En este lugar que me habita el viento -poniente, como hoy, o levante- es una constante. De cada siete días, tres andamos volando a empujones, calle arriba o abajo, enganchados en sus alas.

Y no me importaría, la verdad, porque siempre amé el viento en las velas, en el rostro, jugando entre mis piernas y mi falda, abrazándome, trayendo mensajes desde quien sabe donde.

No, no me molestaría, si no fuese porque nunca me empuja hacia los brazos donde deseo anclarme... o tal vez sea que los brazos donde deseo anclarme no están.


Sopla esta noche un fuerte poniente, pero no basta para alcanzar el lugar donde quiero volar.

Buenas noches, Princesa. Buen viento, buena suerte.

Anónimo dijo...

Por aquí también sopla poniente, uno de esos ponientes cabrones que abrasan y te hacen hervir la cabeza. Los ojos duelen de sueño pero es inútil que intentes conciliarlo porque el poniente, el maldito poniente se te mete por los orificios de las orejas, de la nariz, por la boca y por los ojos.

Neruda, eso sí, siempre ayuda. Muchas gracias y buenas noches, si tal cosa es posible cuando sopla el viento de tierra adentro.