lunes, 21 de mayo de 2007



Ven esta noche,
ven todas las noches,
ven con los pies descalzos,
con tu alma desnuda,
con la sed encendida.

Bébete mi sangre, impetuosa y rica,
que tus venas se ensanchen,
toma de mi lo que quieras,
no dejes nada,
déjame vacío,
sácame la vida, mátame despacio

Mécete en mi hamaca, cómeme a zarpazos,
entrégame tu rabia,
deja el mundo en mi lecho.
que cuando tu cuerpo explote, y tu boca calle en un grito ausente,
allí estaré yo, para abrazar tus restos, y cuidar tus sueños.

Mario Barrundia Sánchez, Ven esta noche




Sólo hay un camino, escarpado y violento, un camino de meta lejana y obstáculos constantes; hay un sólo camino, lleno de oscuros giros y luminosas curvas; lleno de vertiginosas caídas, lleno de impensables recodos; un camino hay tan solo, invadido por una soledad que parece inacabable y casi letal, un camino de trazado incierto, cambiante siempre, nunca terminado, un camino que ofrece, finalmente, un premio deslumbrante .

Sólo hay un camino, que empieza en mi piel y acaba en la suya. Un sólo camino para que mi entrega se funda en sus manos, un único camino para que su cuerpo alcance al mío...

Buenas noches.


(y el camino, esta noche, está bañado en lluvia torrencial e iluminado por una implacable tormenta. No se extravíen...)



5 comentarios:

D.K. dijo...

Precisamente, la lluvia torrencial ha hecho que no me pierda en esta noche.

Felices despertares, Exilio. Un beso.

Blues dijo...

CUANDO ESTUVE.

Cuando estuve en el mar era marino
este dolor sin prisas.
Dame ahora tu boca:
me la quiero comer con tu sonrisa.
Cuando estuve en el cielo era celeste
este dolor urgente.
Dame ahora tu alma:
quiero clavarle el diente.
No me des nada, amor, no me des nada:
yo te tomo en el viento,
te tomo del arroyo de la sombra,
del giro de la luz y del silencio,
de la piel de las cosas
y de la sangre con que subo al tiempo.
Tú eres un surtidor aunque no quieras
y yo soy el sediento.
No me hables, si quieres, no me toques,
no me conozcas más, yo ya no existo.
Yo soy sólo la vida que te acosa
y tú eres la muerte que resisto.

Jaime Sabines.

Unknown dijo...

Últimamente, doña, le da a usted por la poesía ensangrentada, rozando el canibalismo.
Ciertamente el sexo tiene mucho que ver con la actividad digestiva, con la gastronomía, y una buena parte del discurso sexual lo podría suscribir sin problemas Arguiñano. Rico, rico, ya sabe.
Debe de ser así, la experiencia más cercana de comunión con el mundo, con el "ello", posiblemente la experimentemos cuando comemos. Comer algo equivale a que entre a formar parte de nuestro propio organismo, a que se convierta en yo, la aspiración más elevada del amor, ese instinto de fusión.
Claro, que hay comidas indigestas o que repiten mucho. Estoy pensando en mi ex, inevitablemente.

La foto del culo prendido y arrimado a la charcutería, bien. Los chicos somos así de guarrillos. Frota que frota, espontela.

Joselita del Sur - Exilio Voluntario dijo...

Yo amo con vocación de canibal, Pedritus: comer y beber a mi amor, con la pretensión de tener con qué alimentarme en su ausencia.

De hecho, mis ex me llamaban MariMantis.

Y no, no era por lo religiosa,

:-P

Besos a mi trío tormentoso..

(Blues... vaya poemazo!!!! Mil gracias.)

Anónimo dijo...

Ni gota por estos lares. Un ruixat impetuoso que ha empapado la ciudad durante quince o veinte minutos y luego nada más; sigue nublado, eso es todo.

Me ha gustado la foto de hoy (y el culo), me ha gustado su comentario. Gracias, Exilio, una vez más; y buenas noches a todos.