miércoles, 9 de mayo de 2007



Deseo lo que habrá de venir, pero aún deseo más
que lo que haya de ser sea un recuerdo,
otro nuevo episodio que permita, en un breve futuro,
distintas noches previas al día de partida,
puesto que en esas horas el vivir se descubre
con una fuerza extraña que el viaje no conoce,
y que el deseo nunca podría contener.

La vida antes del viaje no parece vida,
sino un ofrecimiento
imposible de ser ya defraudado.
Nuestras fieles rutinas no conciernen
a quien se marchará, y el día de mañana, inabarcable,
excita los sentidos, aviva la esperanza
y nos impide el sueño. El tiempo cotidiano,
aunque nos pertenezca, en el recuerdo es torpe,
y ese distinto tiempo que se aguarda
tiene un lugar para creer posible
que otra será la vida que suceda.
Más próxima a la idea que tenemos
La noche antes del viaje.

Todavía unas horas demoran la partida
y ya quiero volver para esperar de nuevo.

Carlos Marzal, La noche antes del viaje


Ni el tiempo ni el espacio saben de mis viajes; viajes fugaces de duración eterna; viajes de incógnito, escondida en tu pecho; viajes en trenes traqueteantes, encontrando tu mirada en el cristal que nos enmarca; viajes en globo, dejando que el viento y tus dedos me despeinen; viajes en barco, aferrada al salvavidas que son tus brazos; viajes a pie, recorriendo arenas blancas, acechando las mareas; viajes interminables en la nave blanca en que he transformado mi lecho, la nave que me transporta, desnuda, expectante, pasajera asombrada, sin equipaje, a tu lado.

Buenas noches...




3 comentarios:

Anónimo dijo...

Escribe el novelista argentino Ricardo Piglia que el arte de narrar es muy limitado y sólo puede contarse un crimen o un viaje; que al final no se puede relatar ninguna otra cosa.

Algo de eso hay, creo, en su comentario final. Todo el mapa es la crónica de un viaje interior.

Y de los viajeros que seguimos el mapa, claro está.

Buenas noches. Que descansen.

Blues dijo...

ROSA TÚ, MELANCÓLICA

El alma vuela y vuela
buscándote a lo lejos,
rosa tú, melancólica
rosa de mi recuerdo.
Cuando la madrugada
va el campo humedeciendo,
y el día es como un niño
que despierta en el cielo,
Rosa, tú, melancólica
ojos de sombra llenos,
desde mi estrecha sábana
toco tu firme cuerpo.
Cuando ya el alto sol
ardió con su alto fuego,
cuando la tarde cae
del ocaso deshecho,
ya en mi lejana mesa
tu oscuro pan contemplo.
Y en la noche cargada
de ardoroso silencio,
Rosa, tú, melancólica
rosa de mi recuerdo,
dorada, viva, y húmeda,
bajando vas del techo,
tomas mi mano fría
y te me quedas viendo.
Cierro entonces los ojos,
pero siempre te veo
clavada allí, clavando
tu mirada en mi pecho,
larga mirada fija,
como un puñal de sueño.


Nicolás Guillén.

Buenas noches, Exilio.
Y feliz viaje.

D.K. dijo...

Tengo la sensación de que
se me escapa sin piedad el último tren.
Y me ha cogido sentao de nuevo en la vía.

Quizás su silbido voló muy fino
o el humo se volvió invisible.
Y pasó por mis narices sin olerlo.

Y siento el ruido de la locomotora
como un montón de chatarra.
Le doy un corte de mangas mientras se aleja.

Los raíles desgastados,
tantos actos de cordura.
Los tornillos amarrados, como yo a ti.

Intenté buscar sorpresas en el túnel
y ofrecerte así el mejor truco.
Pero voy palpando a los que han entrado antes.

Y mientras doy vueltas
caigo en la cuenta de que van metiendo a todos,
en este negro pozo que no tiene fondo.

Los raíles desgastados,
tantos actos de cordura.
Los tornillos amarrados, como yo a ti.

Los raíles desgastados,
tantos actos de cordura.
Los tornillos amarrados, como yo a ti.

Es la rutina, quema la rutina.
Es la rutina, quema cada día.
Es la rutina, quema la rutina.
Es la rutina, quema cada día.

COMO YO A TI. BARRICADA

Un beso, Exilio.