sábado, 30 de junio de 2007



Porque he muerto de amor algunas veces
sé que hoy estás muriendo de amor y sólo quieres
respirar el perfume del naranjo anochecido.

Porque he naufragado de amor algunas veces
y he sido gris, y ola y mar y marinero
en busca del sabor amargo de la tierra.

Porque sé lo que es vivir desnudo en el invierno

sin otra visión que mi delirio y de repente
como de amor morir entre unos brazos.

Porque he muerto de amor algunas veces

entre fuentes de agua cristalina y arrayanes
sé que estás muriendo de amor, amiga mía,
como muere el azahar cuando amanece.

Antonio José Mialdea, He muerto de amor


Si hay tantas formas de morir como de vivir, cómo es posible elegir entre morir amando o matar de amor. Cómo negarse a la pasión más imprudente. Cómo resistirse a la llamada persistente de la voz que nos hechiza. Cómo cerrar los ojos, los brazos, la piel, los labios.. al latido y al roce que nos hacen sentir vivos mientras nos matan de placer. Cómo atrapar el tiempo entre las manos, amoldarlo a nuestro antojo, convertirlo en aliado, transformar su innato, irremediable, inocente poder de destrucción en un juego, en una fiesta, en una luminosa oportunidad de vivir amando y amar la vida.

Buenas noches...







viernes, 29 de junio de 2007


Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
entonces,

si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta).

Ángel González, Me basta así

Cada uno de los detalles que me definen; todos los gestos de mis manos y todas las entonaciones de mi voz; aquellas virtudes, casi transparentes a fuerza de ser obviadas, que pudieran adornarme y aquellos defectos, esos excesos , explotados sin freno y sin remordimiento; las miradas de reojo, las sonrisas maliciosas, las promesas imprudentes, los secretos revelados, las verdades improbables, las mentiras espontáneas... todo lo que me hace ser quien soy, y, a veces, no ser yo misma. Todo lo que es nada si tú no lo miras, si tú no lo escuchas, si tú no lo acaricias..

Buenas noches...


(Sofía... te quiero.)






jueves, 28 de junio de 2007




Llamar amor a lo que tú y yo hacemos
es cometer una sensiblería
indigna de nosotros, que aún somos amantes.
Eso es mejor que lo hagan los demás,
aquéllos que precisan aguar un vino fuerte.

Lo nuestro es un fenómeno distinto,

sin ningún circunloquio, sin grumos literarios.
Se manifiesta en el arrastramiento
recíproco. Consiste en una prospección
para obtener placer y para darlo,
un hurto generoso que se ofrece egoísta.

Es un duro trabajo en las calderas

de nuestra intimidad, un primitivo
cerco en torno al castillo de la vida.
La carne se alimenta de la carne,
de su mutuo veneno jubiloso.

Lo que hacemos tú y yo no es el amor.

A no ser que se entienda por ello un sacrificio
donde nos ofrecemos a los dioses suicidas
que habitan en el pozo de nuestra propia sangre.

Para nombrarlo habría que incurrir

en palabras que algunos consideran obscenas,
aunque la obscenidad tampoco lo define,
porque no pretendemos aleccionar a nadie
ni sobre el impudor, ni sobre la virtud.

Lo que mejor explica, sin agotarla nunca,

la bárbara pureza del deseo recíproco
es una cacería de animales
y el hartazgo feliz en que se sacian,
con los ojos cerrados contra el tiempo,
en el avaro éxtasis de su feroz banquete.

Para la bestia octópoda que engendramos tú y yo,

son una estupidez los términos pacíficos,
un triste deshonor en la batalla.
No hacemos el amor, desvalijamos
con codicia nocturna en la casa del cuerpo.

Carlos Marzal, Los alimentos corporales


Todos llevamos dentro una fiera dormida, un animal engañosamente apaciguado, que vigila atento cada movimiento del ser amado; un guardián cauteloso y posesivo, que vela y se estremece ante la simple visión, el mero percibir del perfume del amante; un incansable explorador, perdido en el pais aún desconocido que se le ofrece en el cuerpo que desea conquistar; un demonio pícaro, que es incorregible en sus afectos e insaciable en sus querencias; un desmedido apetito, exigente en besos, incansable en caricias, desfallecido de deseo, por el alimento que vive en la piel de quien se ama..

Buenas noches.. y que les alimenten bien.




miércoles, 27 de junio de 2007



Áspero amor, violeta coronada de espinas,
matorral entre tantas pasiones erizado,
lanza de los dolores, corola de la cólera,
por qué caminos y cómo te dirigiste a mi alma?

Por qué precipitaste tu fuego doloroso,
de pronto, entre las hojas frías de mi camino?
Quién te enseñó los pasos que hasta mí te llevaron?
Qué flor, qué piedra, qué humo mostraron mi morada?

Lo cierto es que tembló la noche pavorosa,
el alba llenó todas las copas con su vino
y el sol estableció su presencia celeste,

mientras que el cruel amor me cercaba sin tregua
hasta que lacerándome con espadas y espinas
abrió en mi corazón un camino quemante.

Pablo Neruda, Soneto III
(de "Cien Sonetos de amor - Mañana")






Acero implacable bajo la suavidad del terciopelo. Garra afilada acechando, insidiosa, entre caricias. Silencio plácido, cargado de reproches y preguntas. Dulzura engañosa, escondiendo acíbar. Disfraz de hada tramposa, sonrisa pérfida de brillo lunar, latido inquieto, permanentemente acelerado, hielo hirviendo en cada roce, fuego helado en cada beso... Camino inacabable, del amor al deseo, del deseo al miedo, del miedo a la renuncia, de la renuncia a la tentación, de la tentación al abismo.

Buenas noches...









martes, 26 de junio de 2007


Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso,
qué soledad errante hasta tu compañía!
Siguen los trenes solos rodando con la lluvia.
En Taltal no amanece aún la primavera.


Pero tú y yo, amor mío, estamos juntos,
juntos desde la ropa a las raíces,
juntos de otoño, de agua, de caderas,
hasta ser sólo tú, sólo yo juntos.

Pensar que costó tantas piedras que lleva el río,
la desembocadura del agua de Boroa,
pensar que separados por trenes y naciones

tú y yo teníamos que simplemente amarnos,
con todos confundidos, con hombres y mujeres,
con la tierra que implanta y educa los claveles

Pablo Neruda, Soneto II
(de "Cien Sonetos de amor - Mañana")



Escritos con invisibles trazos, en algún secreto escondite, están los planes y las sorpresas que guarda para mí el destino, los misteriosos arcanos que deciden mi suerte, la estudiada y caótica coreografía del futuro, el tal vez fecundo, quizá insuficiente premio del azar. Escritos con indelebles relieves, marcados a fuego en mi memoria, en mi piel y mi espíritu, permanecen los colores y los diseños del pasado, mezclados, impuros, en desorden, inmortales, a veces tan vívidos que parecen ser parte del presente, a veces tan lejanos que pudiera ser que nunca ocurrieran.

Imposible falsear las incógnitas, inútil hacer trampas con lo desconocido, pues los hados, hijos del capricho, criados por la duda, amigos de lo incierto, saben de nuestros deseos pero no garantizan, ni prometen, ni fuerzan su cumplimiento..

Buenas noches.

lunes, 25 de junio de 2007


Siento tu cuerpo entero junto al mío;
tu carne
es
como un ascua,
fresca e imprescindible
que está fluyendo hacia
mi cuerpo, por un puente
de miel lenta y silábica.
Hay un solo momento en que se junta
el cuerpo con el alma,
y se sienten recíprocos,
y viven
su trasfiguración,
y se adelantan
el uno al otro en una misma entrega,
desde su mismo origen deseada.
Siento tus labios en mis labios, siento
tu piel desnuda y ávida,
y siento,
¡al fin!
esa frescura súbita como una llamarada
de eternidad, en que la carne deja
de serlo y se desata,
se dispersa en el vuelo,
y va cayendo
en la tierra sonámbula
de tu cuerpo que cede interminable-
mente cediendo,
hasta
que el vuelo acaba y ya la carne queda
quieta, milagreada,
y me devuelve al cuerpo,
y todo ha sido
un pasmo, un rebrillar y luego nada



Luis Rosales, La transfiguración


Cautiva la piel y entregada la mente, indefenso el corazón y abierto el cuerpo, invadido el lecho por la pasión y las caricias, inminente la rendición, inevitable el goce, imparable el deseo... Transformarse en jadeo, convertirse en fuego, transfigurarse en beso inacabable. Metamorfosis deliciosa de los sentidos en susurros, simbiosis delicada de los sentimientos y el placer,
unión irrompible de miradas, manos y vientres... Y finalmente, la deslumbrante, desgarradora certeza de que este amor, este amar, es infinito, irremediable, imposible de apagar...

Buenas noches.. amen, sean amados, hágan el amor, hagan un amado de su amante, o, al menos, háganse con un amante eventual al que amar como si fuera para siempre...





domingo, 24 de junio de 2007


I

Lavada por el mísero segundo
que se dice de amor,
torcida hacia un revuelto
espécimen que humea,
nítida de sabor
y de respiración.

Conclusa,
irreverentemente mustia,
arbusto de impiedad
sobre un terrón caliente.

Adoro verte herida,
así,
sin el dolor;
cansada desde el cuello hasta el naufragio,
dócil de corazón
y de respuestas.

Que no salgas,
ni te vistas
ruego al mareado vaso que me enfrenta.

Mírame,
sin los ojos del origen,
pero al menos, mírame,
desde el cuello a la palabra,
desde el humor casual hasta el ingrato
goteo de soledad
que se avecina.

II

Qué haré durante el dia con los brazos,
con esta rebelión desprejuiciada
que mi lápiz inicia,
qué haré con el olor de la estampida,
con tanta libertad
para afiliarte
a mi tensión oscura.

Con tantos desprolijos argumentos,
con tu candor al pie de mi pereza.

Frente a un viejo farol me estoy mintiendo,
soy un tango de ardor,
tristeza ,
intolerancia

III

Ya dos horas sin vos,
y el escenario
llamea de fantasmas inmaduros.
Tiñe el silencio infiel
una guitarra,
y es un bastión de rosas la cortina.

Cerca de mí,
un dulce que tu boca abandonara,
una astilla feroz en la penumbra,
un dardo que mitiga y desconcierta .

Algo de vos perdura en la llanura
de esta ilusión confusamente tibia.


Andrés Eduardo Pierucci, La mujer dormida



Se me llenan los ojos de preguntas, y los dedos de vacío. Se me acercan, por la espalda, los silencios, se acumulan en mi cama los deseos. Se duermen entre mis brazos las caricias, se despliegan en mi sueño las verdades. Se queman, en una hoguera de vivas llamas, los miedos; se ahogan, en un mar de futuro, las dudas; se inunda, en un naufragio interno, contínuo, caliente, violento... mi cuerpo, cuando sé que me llamas, cuando sé que me esperas.

Buenas noches...





viernes, 22 de junio de 2007


Es sencillo, mujer, aún prefiero
tu terca desnudez,
tu espalda al beso vivo,
la cicatriz ferviente del suspiro,
la ambigüedad caliente de tus manos,
el dolor deseado.

Aún prefiero sangrar esta obsecuencia,
despuntar el milagro de encontrarte
premeditando juntos la inclemencia
de muslos y deshoras.
Gestando esa avalancha decorosa
de confesiones ciertas y fugaces,
a escasa voz,
a todo amor.
Morir hacia vos,
entre el comienzo del adiós y el fin del cuerpo.

Aún prefiero quererte sin variantes,
llegar hasta tu sed,
saciarte el alma,
confiarte mi dolor más diminuto,
hurgar tu corazón sin prevenciones.

Es sencillo, mujer, amor me obliga
a dar este matiz de preferencias,
amén de a veces preferir tu olvido,
como un instinto de supervivencia

Andrés Eduardo Pierucci, Preferencia


Que duela, aun inevitable y deseado que sea absurdo e incluso cruel. Que levante un huracán a su paso, que destruya las defensas, que desdeñe al rechazo. Que cubra de incertidumbre lo planeado, que revuelva el orden y se burle de lo establecido. Que ría cuando le rodee el miedo, que no evite el riesgo, que hable sin tapujos, que se desnude, inocente, impúdico, sin presunción, con la dulzura natural de aquel que se entrega, dueño consciente de su único dueño, sin dudarlo.

Buenas noches...





jueves, 21 de junio de 2007






I

No, nada llega tarde, porque todas las cosas
tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;
sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,
cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.

No, amor no llegas tarde. Tu corazón y el mío
saben secretamente que no hay amor tardío.
Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,
la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.
Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,
pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.

II

Amor, el niño loco de la loca sonrisa,
viene con pasos lentos igual que viene aprisa;
pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco
lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.
Así ocurre que un niño travieso se divierte,
y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.
Y más, cuando la flecha se le encona en la herida,
porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.
Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde,
y ni siquiera entonces el amor llega tarde.

III

No, yo no diré nunca qué noche de verano
me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.
No diré que esa noche que sólo a ti te digo
se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.
No, no diré esas cosas, y, todavía menos,
la delicia culpable de contemplar tus senos.
Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,
que era como la llave de una puerta cerrada.
Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,
y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.


José Ángel Buesa, Balada del amor loco


No renuncio a la sorpresa; al inesperado hallazgo de lo que daba por perdido; a la visita fugaz e inolvidable de la pasión; al caótico fluir de mi sangre ante lo improbable; al imprudente, casi imperdonable, a la vez aterrador y placentero resurgir de mis impulsos; al deshielo, repentino, violento, desgarrador de mis emociones; al siempre escondido, siempre ignorado, siempre anhelado, jamás destruido deseo de amar y ser amada...

Buenas noches...



miércoles, 20 de junio de 2007


La tierra verde se ha entregado
a todo lo amarillo, oro, cosechas,
terrones, hojas, grano,
pero cuando el otoño se levanta
con su estandarte extenso
eres tú la que veo,
es para mí tu cabellera
la que reparte las espigas.

Veo los monumentos
de antigua piedra rota,
pero si toco
la cicatriz de piedra
tu cuerpo me responde,
mis dedos reconocen
de pronto, estremecidos,
tu caliente dulzura.

Entre los héroes paso
recién condecorados
por la tierra y la pólvora
y detrás de ellos, muda,
con tus pequeños pasos,
eres o no eres?

Ayer, cuando sacaron
de raíz, para verlo,
el viejo árbol enano,
te vi salir mirándome
desde las torturadas
y sedientas raíces.

Y cuando viene el sueño
a extenderme y llevarme
a mi propio silencio
hay un gran viento blanco
que derriba mi sueño
y caen de él las hojas,
caen como cuchillos
sobre mí desangrándome.

Y cada herida
tiene
la forma de tu boca

Pablo Neruda, La tierra (de "Los Versos del Capitán")


Cada mirada de mis ojos, buscará tu rastro; y cada paso de mis pies, seguirá tus huellas. Cada lágrima será en tu memoria; y cada risa, nacerá en las tuyas. Cada día estará iluminado por tu ausencia, y cada noche, se llenará de tu voz. Cada sueño tendrá tu cuerpo, cada anochecer, tu piel, y cada despertar, tu nombre. Y cada momento sin ti sera una herida incurable, una cicatriz eterna, un bucle infinito, un inútil, inacabable subsistir, hasta encontrarte...

Buenas noches...




martes, 19 de junio de 2007




Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.

Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.

Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.

Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura

Jorge Luis Borges, El enamorado



Mentiré a mi familia, y les sonreiré como si fuera feliz. Mentiré a mis amigos, y les oiré como si les escuchara. Mentiré a mi piel, y, engañada, se erizará de frío cubriendo mi fiebre. Mentiré a mi reflejo, la imagen confundida que el espejo me devuelve, maquillando su sorpresa con la máscara de la indiferencia. Mentiré a mi corazón, y latirá, latirá confiado de su pulso fuerte, convencido de lo imparable de su acompasado ritmo, inocente, ingenuo... ignorante de que ya no hay vida dentro de él...

Es martes, y será martes por mucho tiempo...


Buenas noches...



lunes, 18 de junio de 2007




Ya eres mía. Reposa con tu sueño en mi sueño.
Amor, dolor, trabajos, deben dormir ahora.
Gira la noche sobre sus invisibles ruedas
y junto a mí eres pura como el ámbar dormido.

Ninguna más, amor, dormirá con mis sueños.
Irás, iremos juntos por las aguas del tiempo.
Ninguna viajará por la sombra conmigo,
sólo tú, siempreviva, siempre sol, siempre luna.

Ya tus manos abrieron los puños delicados
y dejaron caer suaves signos sin rumbo,
tus ojos se cerraron como dos alas grises,

mientras yo sigo el agua que llevas y me lleva:
la noche, el mundo, el viento devanan su destino,
y ya no soy sin ti sino sólo tu sueño

Pablo Neruda, Soneto LXXXI (de "Cien sonetos de amor - Noche")


Velaría esta noche, la noche entera, espantando demonios, ahuyentando pesadillas, cerrando las puertas a los malos sueños, poniendo barreras al miedo, iluminando las tinieblas que encierran los terrores infantiles, adormeciendo con susurros tiernos esos temores que negamos que existieron al abrir los ojos, sosteniendo junto a mí la piel inquieta, el corazón intranquilo, el cuerpo cansado y amado que busca sólo un momento de sosiego, un segundo de dulce descanso entre mis brazos..

Que sean buenas las noches, incluso las que ya son pleno día...





domingo, 17 de junio de 2007


No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mí, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,
dichosa, penetrada, y cierto, interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos obscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte, amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mí, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.

Jaime Sabines, No es que muera de amor


Pequeñas muertes diarias, internas torturas, íntimos infiernos, agonías que se repiten como las horas de espera, como los silencios, como las ausencias... Diminutas muertes diarias que duelen como puñales y anhelados, imprescindibles renacimientos diarios, necesarias reencarnaciones al compartir otro amanecer, otro ocaso, otro momento robado al día, otro minuto escamoteado a la muerte..

Buenas noches.





sábado, 16 de junio de 2007



Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.

Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobrecristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he
esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano

Juan Gelman, Ausencia de amor

Esparcidas por las calles atestadas de la mañana, perdidas en la maraña calurosa de la tarde, desperdigadas por el oscuro disfraz de la noche, desordenadas, imperfectas, misteriosas en su sencillez, evidentes en su complejidad. Sólo tengo en mis manos los fragmentos inconexos de un mosaico inacabado de impreciso diseño, las piezas de un rompecabezas imposible de completar sin ti.

Tengan ustedes una noche hermosa, resolviendo, lentamente, con paciencia, con esmero, los puzzles de su vida y sus deseos...

Buenas noches...




(gracias, a los conocidos y a los anónimos por su presencia y su ánimo)

viernes, 15 de junio de 2007





Algún día encontraré una palabra
que penetre en tu vientre y lo fecunde,
que se pare en tu seno
como una mano abierta y cerrada al mismo tiempo.

Hallaré una palabra
que detenga tu cuerpo y lo dé vuelta,
que contenga tu cuerpo
y abra tus ojos como un dios sin nubes
y te usa tu saliva
y te doble las piernas.
Tú tal vez no la escuches
o tal vez no la comprendas.
No será necesario.
Irá por tu interior como una rueda
recorriéndote al fin de punta a punta,
mujer mía y no mía,
y no se detendrá ni cuando mueras.

Roberto Juarroz, 51 (de "Poesía Vertical")


Hay veces que no se puede añadir nada que pueda mejorar lo que otros han dicho...

Buenas noches...




jueves, 14 de junio de 2007





De viajes y dolores yo regresé, amor mío,
a tu voz, a tu mano volando en la guitarra,
al fuego que interrumpe con besos el otoño,
a la circulación de la noche en el cielo.

Para todos los hombres pido pan y reinado,
pido tierra para el labrador sin ventura,
que nadie espere tregua de mi sangre o mi canto.
Pero a tu amor no puedo renunciar sin morirme.

Por eso toca el vals de la serena luna,
la barcarola en el agua de la guitarra
hasta que se doblegue mi cabeza soñando:

que todos los desvelos de mi vida tejieron
esta enramada en donde tu mano vive y vuela
custodiando la noche del viajero dormido.


Pablo Neruda, Soneto LXXX (de "Cien sonetos de amor")



Sé que debe existir un lugar donde vivir sin miedo; un país de caminos seguros, de senderos trazados entre hierba fresca, sin maleza, sin abismos; un reino con una única frontera con el cielo y con acceso a todos los paraísos, sin desvíos a ningún infierno; una isla, apacible, acogedora, donde encontrarse con el silencio, con la sonrisa, con la piel dorada y la caricia ardiente; una ciudad donde todas las calles conduzcan a una casa, retirada, umbría, perfumada de pasiones, amueblada de futuro, invadida por la luz y el deseo, llena de posibles, inmune a la tristeza; una casa que invite a descalzarse y recorrer, pies traviesos como niños en domingo, sus suelos cálidos; una casa (en algún lugar, en una isla, en un reino, en un país, en una ciudad…) donde estés tú al abrir la puerta

Buenas noches.






(a partir de hoy, puede que mi presencia en el blog sea algo intermitente. Creo que necesito una cura cartográfica y, de todos modos, aquel que se asome, ya sabe dónde estoy.. )




..

martes, 12 de junio de 2007





Me has enseñado a respirar
Juan Gelman


Porque ahora paso mi mano sobre el envés de las hojas
y sé leer su alfabeto
y si cierro los ojos oigo correr un río
y es tu voz que despierta

Porque mi cuerpo comienza ahora en ti
y acaba más allá de la lluvia
donde alcanzan tus brazos y el miedo acuartelado no vigila
y sé llamar las cosas
de modo que éstas salten, se desnuden
y todo sea reciente
para mis ojos que aman en tus ojos

Porque en mi llanto crecen blandas plantas carnívoras
y mi sangre palpita como una iguana abierta
Porque ahora mi cuerpo recupera sus partes
y nace una piel nueva que derrota el verano

Porque me has enseñado a respirar...


Piedad Bonnett, Ahora.




Sin aliento; atenta al más mínimo, imperceptible gesto; alerta a los sonidos que se esconden, traviesos, y juegan, descarados, con mi mente; inquieta ante la llegada inminente de otra noche de presencias invisibles; despierta en un lecho repleto de caricias, inundado de sueños; atrapada, sin posible escape, por la red inaprensible, delicada, irrompible, del deseo y la entrega; asfixiada dulcemente, entre unos brazos implacables, abiertos a mi pecho, adheridos a mi cuerpo, destinados a enseñarme a respirar de nuevo...

Buenas noches.





lunes, 11 de junio de 2007


Tal vez herido voy sin ir sangriento
por uno de los rayos de tu vida
y a media selva me detiene el agua:
la lluvia que se cae con su cielo.

Entonces toco el corazón llovido:
allí sé que tus ojos penetraron
por la región extensa de mi duelo
y un susurro de sombra surge solo:

Quién es? Quién es? Pero no tuvo nombre
la hoja o el agua oscura que palpita
a media selva, sorda, en el camino,

y así, amor mío, supe que fui herido
y nadie hablaba allí sino la sombra,
la noche errante, el beso de la lluvia



Pablo Neruda, Soneto LXX (de "Cien sonetos de amor")



Nadie verá nunca estas heridas, porque se hacen invisibles, se esconden entre prisas, se guardan bajo la ropa, se finjen ajenas, se disfrazan de indiferencia ante los puñales. Nadie verá nunca este dolor, testarudo y cerril, engañosamente dormido, infinitamente sabio, recurrente y tramposo, sutil e incurable ante el constante empuje del veneno.

Nadie nunca llega a saber de las cicatrices que deja a su paso...

Buenas noches.



(esta noche empezó clara, se volvió tormentosa y me trajo un regalo envenenado, hubo medias palabras y un mensaje entre susurros y una corta espera hasta el alivio... Corta e insoportable. Corta y dolorosa. Pero corta.. breve.. finalmente, olvidada. Gracias, gracias por hacerla tan corta...)




domingo, 10 de junio de 2007


Yo no necesito tiempo
para saber cómo eres:
conocerse es el relámpago.
¿Quién te va a ti a conocer
en lo que callas, o en esas
palabras con que lo callas?

El que te busque en la vida
que estás viviendo, no sabe
mas que alusiones de ti,
pretextos donde te escondes.
Ir siguiéndote hacia atrás
en lo que tú has hecho, antes,
sumar acción con sonrisa,
años con nombres, será
ir perdiéndote. Yo no.

Te conocí en la tormenta.
Te conocí, repentina,
en ese desgarramiento
brutal de tiniebla y luz,
donde se revela el fondo
que escapa al día y la noche.

Te vi, me has visto, y ahora,
desnuda ya del equívoco,
de la historia, del pasado,
tú, amazona en la centella,
palpitante de recién
llegada sin esperarte,
eres tan antigua mía,
te conozco tan de tiempo,
que en tu amor cierro los ojos,
y camino sin errar,
a ciegas, sin pedir nada
a esa luz lenta y segura
con que se conocen letras
y formas y se echan cuentas
y se cree que se ve
quién eres tú, mi invisible.

Pedro Salinas, Versos 388 a 424 ( de "La voz a ti debida")


No tocar, y sin embargo, sentir, sentirlo todo, sentirlo dentro, sentirlo cerca, sentirlo vivo.. No hablar, y sin embargo, entenderlo todo, intuirlo todo, aprenderlo todo, absorberlo todo... No ver, y sin embargo, descubrirlo todo, admirarlo todo, buscar y encontrar todo, percibir todo...

No tenerte, y, sin embargo, saberte mío, adivinar tu deseo, imaginar mi entrega, soñarme tuya.

Buenas noches.


(Les confieso que esta noche, el poema me ha llamado, como nos llaman las cosas que están hechas para ser nuestras. Como si las palabras hubieran sido escritas por y para mí...)










sábado, 9 de junio de 2007


Me inicio en tu dolor en esta noche
preñada de delirios y silencios.
Te encuentro traspasada en ese río
que pasa por debajo de nosotros.
Adivino el secreto de tu sombra,
de tus meditaciones solitarias
y palpo tu ansiedad, bebo la sangre
de tus desentrañadas amarguras.

No me digas que no, que yo estoy lejos
de ti, que no podría comprenderte,
que yo no puedo trasladar tu llanto
—ese llanto que nadie ha sorprendido—
hasta el exhausto mar de mis pupilas.
Que yo solo te sé tan torturada
por el infierno eterno que te quema
y quiero hacerte mía en el delirio
de esta noche preñada de silencios.

Gabino-Alejandro Carriedo, Mensaje desde la ciudad


Una falsa calma, una engañosa paz, una trampa vestida de sosiego, un silencio impregnado de secretos, un tranquilo viaje por el filo y hacia el abismo, una tormenta adormecida de diluvio repentino, un naufragio turbulento en una orilla segura, un apacible vuelo sin más peligro que la irremediable, inevitable caida, disfrazada de azar y amortiguada con todas las promesas, con todos los deseos, con todos y cada uno de los sueños...


Buenas noches





viernes, 8 de junio de 2007


Un amor más allá del amor
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y la compañía.

Un amor que no necesite regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.

Un amor para estar juntos
o para no estarlo,
pero también para todas las posiciones intermedias.

Un amor como abrir los ojos.
Y quizás también como cerrarlos.

Roberto Juarroz, 55 (de "Quinta poesía vertical")


No hay oscuridad más profunda que la que nos envuelve al estar solos, semejante a una espesa niebla con vida propia, con manos frías y dedos duros, con voz ahogada en incertidumbres, con mirada alerta a la huida, con instinto de fiera disfrazado de calma, embozado en silencio.

No hay luz tan reparadora, tan dulce, tan consoladora, como la que nos guía, quizá lejana, quizá inaprensible, quizá soñada, tal vez fuego fatuo, tal vez fuego inextinguible, hacia ese refugio inesperado y necesario, que encontramos, viajeros ciegos, cuando ya casi se ha perdido la esperanza, el rumbo, el mapa...

Buenas noches.



jueves, 7 de junio de 2007


¡Tú, tú, tú, mi incesante
primavera profunda
mi río de verdor
agudo y aventura!

¡Tú, ventana a lo diáfano:
desenlace de aurora,
modelación del día:
mediodía en su rosa,

tranquilidad de lumbre:
siesta del horizonte,
lumbres en lucha y coro:
poniente contra noche,

constelación del campo,
fabulosa, precisa,
trémula hermosamente,
universal y mía!

¡Tú más aún: tú como
tú, sin palabras toda
singular, desnudez
única, tú, sola!

Jorge Guillén, Tú

Ni siquiera yo conozco mis límites, ignoro hasta dónde podría llegar, hasta cuando sabría esperar, cuánto me atrevería a ofrecerte. No me es posible calcular el total del amor que derramaría en tus manos, ni las mil y una rutas que abriría para llegar a tu lado, ni los mil y un secretos que descubriría entre tus brazos, que surgirían bajo mis dedos. No tengo el valor de mirar hacia las delicias que me aguardan, no tengo fuerzas para resisitir la tentación de hacerlas mías...

Tú.. tú sólo, ofreciendo, surgiendo, abriendo, descubriendo. Tú, tentando... Tú, la medida de todo.

Buenas noches



miércoles, 6 de junio de 2007





He ido marcando con cruces de fuego
el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta.

Historias que contarte a la orilla del crepúsculo,
muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.

Yo que viví en un puerto desde donde te amaba.
La soledad cruzada de sueño y de silencio.
Acorralado entre el mar y la tristeza.
Callado, delirante, entre dos gondoleros inmóviles.

Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.
Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido.

Así como las redes no retienen el agua.
Muñeca mía, apenas quedan gotas temblando.

Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces.
Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca.
Oh poder celebrarte con todas las palabras de alegría.
Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un loco.

Triste ternura mía, qué te haces de repente?
Cuando he llegado al vértice más atrevido
y frío
mi corazón se cierra como una flor nocturna

Pablo Neruda, Poema 13
(de "Veinte poemas de amor y una canción desesperada")



No es tristeza, no, lo que me calla; no es miedo ni angustia; no es vergüenza o pudor. No me silencia la culpa, ni las ataduras cotidianas; no me amordaza el dolor o la punzada terrorífica de la experiencia. No es una promesa lo que me encierra en mutismo, ni una irrompible fe, ni un secreto inconfesable, ni un inexplicable compromiso.

Es sólo la certeza de que hay una palabra, una sola palabra en una
única voz, que dará cuerpo a lo que escondo, que pondrá vida a lo que entierro, que iluminará la oscuridad que envuelve mi silencio...

Buenas noches



lunes, 4 de junio de 2007


No hilvanemos historias, no hace al caso,
lo importante es saber que aquí me tienes.
¿Dónde ya la que fui?
Deja que el tiempo se nos lleve y pase,
así quedamos siempre renacidos.

Hoy no sé si estas manos son aquéllas,
sólo las siento como manos tuyas
porque tu tiempo es tiempo que me sueña
y me vive hacia más y más por dentro.

«Ayer», ¡qué lejos la palabra!
Dónde se fueron zapatos y trajes,
billetes de un trayecto recorrido
entre extraños viajeros vistos para olvidados.

Inútilmente en los bolsillos busco
contactos que ya fueron,
y sombras de mi cuerpo en las ventanas
contemplando paisajes con mis aquellos ojos.

¿No descubriste nunca un manojo de llaves
para imposibles cerraduras?

A veces algo vuelve, pero sólo en resumen;
una pequeña fecha que casi nada indica
o ese breve letrero alarmante que advierte:
«cuidado, es peligroso volcarse al interior».

¿Quieres hacer la cuenta?
Si miro a la derecha brilla sólo tu cifra.

A la izquierda la huella de algún borroso cero.
¿Qué prenda pagar debo por haber sido antes,
sin tu tiempo en mis horas?

Alcemos la cabeza
a la igualdad del cielo,
aunque tú apuntes «Marte»
y yo diga: «Saturno» (tal vez por los anillos).

Cada cual con su estrella, con su planeta en alto
y todas las preguntas por la arboleda azul,
compartiendo verdades,
como esta del amor, el milagro más nuestro.

No pienses en mis ramas,
me crezco sobre el tronco.
A punta de navaja puedes grabar el nombre.


Concha Lagos, El diálogo


Se empieza a vivir por primera vez cada mañana, cuando abrimos los ojos a un desconocido camino y nos ponemos en marcha hacia un desconocido destino; se empieza a soñar por primera vez cada noche, cuando entramos en la casa en penumbra que acoge a los que huyen,cuando nos tumbamos, sólos o acompañados, en un lecho de sábanas hechas de de caricias y deseo; se empieza a amar como si fuera la primera, cada vez que volvemos a enamorarnos, cada vez que elegimos los brazos que nos sostendrán, cada vez que respiramos el aliento que nos besa, cada vez que descubrimos el fulgor deslumbrante que sabíamos que nos cegaría, cada vez que renace esa nueva llama de un antiguo, inextinguible fuego.

Buenas, enamoradas, nuevas noches.




domingo, 3 de junio de 2007



Hay espinas que acarician y pétalos que matan.
Hay cadenas de seda que el fuego no consume.

Hay números que duelen, hay cifras que perduran.
Hay números que hieren y amaneceres torvos
repletos de sonidos que azotan la memoria.

¡Oh, dulce amor lacerante! Cruel dolor imprescindible,
golpéame con tu fragancia una vez más,
arróllame sin tregua al calor de tus dagas afiladas
y dejemos que la noche se diluya
entre besos y lágrimas, sollozos y gemidos,
como un ímpetu de dioses condenados a vida.

Sergio Borao Llop, Poemas quietos



La eternidad dura un segundo, el tiempo pierde su ritmo en un minuto, el reloj se detiene en el abrazo, en la caricia, el espacio se congela con una mirada, los planetas dejan de girar cuando tenemos en las manos el único Universo que conocemos, y todo el futuro, el destino, el azar, el indescifrable misterio de la vida, vive en la piel y los labios de quien nos ama, de quien amamos, encerrándonos en una perpétua condena de deseo...

Buenas noches


sábado, 2 de junio de 2007



¡No me recuerdes! ¡Siénteme!
Hay un sólo trino entre tu amor y mi alma.
Mis dos ojos navegan
el mismo azul sin fin donde tú danzas.

Tu arco-iris de sueños en mí tiene
siempre pradera abierta entre montañas.
Una vez se perdieron mis sollozos,
y los hallé, abrigados, en tus lágrimas.

¡No me recuerdes! ¡Siénteme!
Un ruiseñor nos tiene en su garganta.
Los ríos que me traje de mis riscos,
desembocan tan sólo por tus playas.

Hay confusión de vuelos en el aire…
¡El viento que nos lleva en sus sandalias !
¡No me recuerdes! ¡Siénteme!
Mientras menos me pienses, más me amas.

Julia de Burgos, Canción hacia adentro


No quiero ser un recuerdo agridulce, una imagen incompleta, una añoranza dolorosa, un deseo incumplido. No quiero quedarme sólo en palabras; no quiero ser un hermoso libro en una cuidada estantería, deshojándose en melancólico abandono; no quiero convertirme en una sombra perdida entre memorias perdidas; no quiero ser el retrato grisáceo de alguien que pude haber sido.

Quiero sentir y que me sientan, respirar y que me inhalen, calmar mi sed y mi hambre, y ser bebida y devorada, descubrir y que me exploren, abandonarme y que se me entreguen. Alcanzarte y que me alcances...

Buenas noches...




viernes, 1 de junio de 2007


El mar, el mar y tú, plural espejo,
el mar de torso perezoso y lento
nadando por el mar, del mar sediento:
el mar que muere y nace en un reflejo.

El mar y tú, su mar, el mar espejo:
roca que escala el mar con paso lento,
pilar de sal que abate el mar sediento,
sed y vaivén y apenas un reflejo.

De la suma de instantes en que creces,
del círculo de imágenes del año,
retengo un mes de espumas y de peces,

y bajo cielos líquidos de estaño
tu cuerpo que en la luz abre bahías
al oscuro oleaje de los días.

Octavio Paz, Sonetos II (de "Bajo tu clara sombra")



Como un mar lleno de voces que me llaman, llega la marea oscura de la noche y me embarca en una nueva travesía que quizá me lleve a una isla desierta sólo habitada por la arena y el silencio; quizá a un reino lleno de peligros y terrores que me llenarán de heridas lamidas por la sal; quizá a un pais sin nombre en el que mis pisadas sean las únicas, las primeras; quizá al destino soñado, inesperadamente aparecido ante mis ojos, deslumbrando mis ojos con todas las promesas y todos los deseos, saciando mi hambre con sus frutas prohibidas, deliciosas, calmando mi sed con una lluvia placeres y secretos, que, como anfitriones exquisitos, me darán la bienvenida y me retendrán en sus costas.

Buenas noches...