domingo, 10 de junio de 2007


Yo no necesito tiempo
para saber cómo eres:
conocerse es el relámpago.
¿Quién te va a ti a conocer
en lo que callas, o en esas
palabras con que lo callas?

El que te busque en la vida
que estás viviendo, no sabe
mas que alusiones de ti,
pretextos donde te escondes.
Ir siguiéndote hacia atrás
en lo que tú has hecho, antes,
sumar acción con sonrisa,
años con nombres, será
ir perdiéndote. Yo no.

Te conocí en la tormenta.
Te conocí, repentina,
en ese desgarramiento
brutal de tiniebla y luz,
donde se revela el fondo
que escapa al día y la noche.

Te vi, me has visto, y ahora,
desnuda ya del equívoco,
de la historia, del pasado,
tú, amazona en la centella,
palpitante de recién
llegada sin esperarte,
eres tan antigua mía,
te conozco tan de tiempo,
que en tu amor cierro los ojos,
y camino sin errar,
a ciegas, sin pedir nada
a esa luz lenta y segura
con que se conocen letras
y formas y se echan cuentas
y se cree que se ve
quién eres tú, mi invisible.

Pedro Salinas, Versos 388 a 424 ( de "La voz a ti debida")


No tocar, y sin embargo, sentir, sentirlo todo, sentirlo dentro, sentirlo cerca, sentirlo vivo.. No hablar, y sin embargo, entenderlo todo, intuirlo todo, aprenderlo todo, absorberlo todo... No ver, y sin embargo, descubrirlo todo, admirarlo todo, buscar y encontrar todo, percibir todo...

No tenerte, y, sin embargo, saberte mío, adivinar tu deseo, imaginar mi entrega, soñarme tuya.

Buenas noches.


(Les confieso que esta noche, el poema me ha llamado, como nos llaman las cosas que están hechas para ser nuestras. Como si las palabras hubieran sido escritas por y para mí...)










4 comentarios:

Sofía dijo...

Curioso que el poema te haya llamado, Exilio. O no. A mí, en cierta ocasión me llamó un poema. También de Salinas.

Los Puentes.

Y, desde aquel día (para un trienio ya) siempre que me desespero en la distancia me viene de golpe a la memoria un verso:

"... pero hay puentes, hay puentes ¿los recuerdas?"

Porque el poema es, todo él, bellísimo, pero yo ando siempre en busca de esos puentes que nos unen.

Beso, Exilio. Bella elección la que ha hecho ese poema enganchándose en tus dedos.

Anónimo dijo...

No alcanzo a comprender cómo he podido
vivir sin conocerte, sin amarte;
si no existieras yo hubiera tenido,
por mi supervivencia, que inventarte.
Cuánto te amé entre espera y esperanza
antes de conocerte con los dedos;
con tus recuerdos viven hoy tus miedos,
y con mis miedos vive mi añoranza.
Testigo fui de tu dormir, testigo
de tu quietud serena, imperturbable;
casi me siento, al recordar, culpable
de no dejarte despertar conmigo.
Olvida el canto de mujer ajena
manifestando que desea y ama,
u ofreciéndo romántica una cena
con intenciones de ofrecer la cama;
ya fragmentada yace esa cadena,
no tiembla en el hogar sino tu llama;
ella fue, pero hundida está en su ocaso,
y hoy hacia ti seguro va mi paso.
Tantos deseos tuve que nunca han madurado...
Todos se me durmieron de treguas y abandono;
pero hoy tu voz, tu mano, me los han despertado,
y me cantan de nuevo, cada uno en su tono.
Yo los siembro en tu carne, y ellos se multiplican,
qué abundante cosecha de impulsos nos aguarda;
saltémonos las reglas, que amarran y complican,
que este amor ni se quiere dormir, ni se retarda.
En nostalgia de ti llevo los días,
como a niños pequeños, de la mano;
en ausencia de ti, frías, qué frías
son las cálidas noches de verano;
en deseos de ti, qué rebeldías
brinda mi cuerpo al tuyo tan lejano.
¿Cómo pude vivir sin conocerte?
Y ¿cómo sobrevivo sin tenerte?
He llegado tan lejos, por tan breve sendero...
Mientras unos avanzan interminablemente,
otros llegan, pero hallan la meta insuficiente;
yo llegué, me aceptaste, fuiste mía, te quiero.

Francisco Alvarez
Buenas noches.

Anónimo dijo...

Puede que en algún lugar haya unos versos escritos para todos nosotros y que sólo los afortunados los encuentren. Si eso le ha sucedido, Exilio, memorice la poesía, como en Farenheit 451, por si acaso un día algún tirano decide quemar todos los libros.

Mi poema es un soneto de Blas de Otero, puede que ya lo haya citado en más de una ocasión:

Arrebatadamente te persigo.
Arrebatadamente, desgarrando
mi soledad mortal, te voy llamando
a golpes de silencio. Ven, te digo
como un muerto furioso. Ven. Conmigo
has de morir. Contigo estoy creando
mi eternidad. (De qué. De quién.) De cuando
arrebatadamente esté contigo.
Y sigo, muerto, en pie. Pero te llamo
a golpes de agonía. Ven. No quieres.
Y sigo, muerto, en pie. Pero te amo
a besos de ansiedad y de agonía.
No quieres. Tú, que vives. Tú, que hieres
arrebatadamente el ansia mía.

Supongo que toca alguna fibra interior que ni siquiera yo puedo explicar; o mejor todavía: que yo menos que nadie puedo explicar.

Nota frívola pero imprescindible: la modelo de ayer era pura carnalidad sobre raso blanco. Y la de hoy está también que funde los hielos.

Buenas noches; que descansen todos.

Blues dijo...

ARRODILLADO TE DEGUSTO...

Arrodillado te degusto
te lamo y lamo
olfateo cada parte de ti
te aprendo con labios y nariz
te estremezco y ensalzo
subo y bajo
lengua de pezón a pubis
lengua de boca a oreja
interminable.

Darío Jaramillo A.


Rotundo, ¿eh?
¿Quizá demasiado explícito?, bah, no creo.
Entonces, qué, ¿atrevido?
Si, claro.
¿Transgresor?, ¿inmoral?
También. ¿Valdría la pena si no lo fuera?

Este poema es descriptivamente hermoso, pletóricamente preciso e indecentemente carnal como, en mi opinión, lo es buena parte de la poesía de este autor.
¡Es un Jaramillo auténtico!
En cuerpo y alma.
Más, claro, en cuerpo.

Buenas noches, Exilio y resto de náufragos.