miércoles, 27 de junio de 2007



Áspero amor, violeta coronada de espinas,
matorral entre tantas pasiones erizado,
lanza de los dolores, corola de la cólera,
por qué caminos y cómo te dirigiste a mi alma?

Por qué precipitaste tu fuego doloroso,
de pronto, entre las hojas frías de mi camino?
Quién te enseñó los pasos que hasta mí te llevaron?
Qué flor, qué piedra, qué humo mostraron mi morada?

Lo cierto es que tembló la noche pavorosa,
el alba llenó todas las copas con su vino
y el sol estableció su presencia celeste,

mientras que el cruel amor me cercaba sin tregua
hasta que lacerándome con espadas y espinas
abrió en mi corazón un camino quemante.

Pablo Neruda, Soneto III
(de "Cien Sonetos de amor - Mañana")






Acero implacable bajo la suavidad del terciopelo. Garra afilada acechando, insidiosa, entre caricias. Silencio plácido, cargado de reproches y preguntas. Dulzura engañosa, escondiendo acíbar. Disfraz de hada tramposa, sonrisa pérfida de brillo lunar, latido inquieto, permanentemente acelerado, hielo hirviendo en cada roce, fuego helado en cada beso... Camino inacabable, del amor al deseo, del deseo al miedo, del miedo a la renuncia, de la renuncia a la tentación, de la tentación al abismo.

Buenas noches...









1 comentario:

Anónimo dijo...

"Acero implacable bajo la suavidad del terciopelo"

¿Es así el amor? ¿Es como dicen sus palabras o como la foto ilustra, un cuchillo afilado frente a un sexo de mujer abierto?

Siempre hay un toque de peligro en el amor, eso lo hace tan atrayente.

Buenas noches. Felices sueños.