sábado, 30 de junio de 2007



Porque he muerto de amor algunas veces
sé que hoy estás muriendo de amor y sólo quieres
respirar el perfume del naranjo anochecido.

Porque he naufragado de amor algunas veces
y he sido gris, y ola y mar y marinero
en busca del sabor amargo de la tierra.

Porque sé lo que es vivir desnudo en el invierno

sin otra visión que mi delirio y de repente
como de amor morir entre unos brazos.

Porque he muerto de amor algunas veces

entre fuentes de agua cristalina y arrayanes
sé que estás muriendo de amor, amiga mía,
como muere el azahar cuando amanece.

Antonio José Mialdea, He muerto de amor


Si hay tantas formas de morir como de vivir, cómo es posible elegir entre morir amando o matar de amor. Cómo negarse a la pasión más imprudente. Cómo resistirse a la llamada persistente de la voz que nos hechiza. Cómo cerrar los ojos, los brazos, la piel, los labios.. al latido y al roce que nos hacen sentir vivos mientras nos matan de placer. Cómo atrapar el tiempo entre las manos, amoldarlo a nuestro antojo, convertirlo en aliado, transformar su innato, irremediable, inocente poder de destrucción en un juego, en una fiesta, en una luminosa oportunidad de vivir amando y amar la vida.

Buenas noches...







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