jueves, 14 de junio de 2007





De viajes y dolores yo regresé, amor mío,
a tu voz, a tu mano volando en la guitarra,
al fuego que interrumpe con besos el otoño,
a la circulación de la noche en el cielo.

Para todos los hombres pido pan y reinado,
pido tierra para el labrador sin ventura,
que nadie espere tregua de mi sangre o mi canto.
Pero a tu amor no puedo renunciar sin morirme.

Por eso toca el vals de la serena luna,
la barcarola en el agua de la guitarra
hasta que se doblegue mi cabeza soñando:

que todos los desvelos de mi vida tejieron
esta enramada en donde tu mano vive y vuela
custodiando la noche del viajero dormido.


Pablo Neruda, Soneto LXXX (de "Cien sonetos de amor")



Sé que debe existir un lugar donde vivir sin miedo; un país de caminos seguros, de senderos trazados entre hierba fresca, sin maleza, sin abismos; un reino con una única frontera con el cielo y con acceso a todos los paraísos, sin desvíos a ningún infierno; una isla, apacible, acogedora, donde encontrarse con el silencio, con la sonrisa, con la piel dorada y la caricia ardiente; una ciudad donde todas las calles conduzcan a una casa, retirada, umbría, perfumada de pasiones, amueblada de futuro, invadida por la luz y el deseo, llena de posibles, inmune a la tristeza; una casa que invite a descalzarse y recorrer, pies traviesos como niños en domingo, sus suelos cálidos; una casa (en algún lugar, en una isla, en un reino, en un país, en una ciudad…) donde estés tú al abrir la puerta

Buenas noches.






(a partir de hoy, puede que mi presencia en el blog sea algo intermitente. Creo que necesito una cura cartográfica y, de todos modos, aquel que se asome, ya sabe dónde estoy.. )




..

4 comentarios:

Blues dijo...

QUIERO TENERTE AQUÍ.

Mi corazón, mi vida, mi sangre enarbolada,
bajo esta noche hosca, tumbada como un perro,
te busca para siempre, honda huella del llanto,
para estrechar tu alma estremecida y pura
contra este pecho mío tan grande como el mundo.

Quiero tenerte aquí, quiero hundir tu tristeza
con el hacha amorosa de mi ardiente alegría.
Quiero, como una llama, arrancarte la duda
y probar que el dolor nos enseña la herida.
Mi amor no muere nunca, pero renace siempre.
Esta noche se ha alzado con la verdad desnuda
como una espada inmensa cuando sueña en la muerte
aferrándose al puño que conduce su vida.
Tú calmarás mi fiebre, yo beberé en tus manos,
me miraré en tus ojos cuando encontrarme quiera.
De cada día haremos un corto paraíso,
una conquista nueva arrancada al vacío.
Serán cortas las horas, los meses y los años
para tanta hermosura en esta dicha altísima...

Aquí estoy, en la noche, llorando como un niño,
frágil cuerpo de hombre que estremecido espera.

Alrededor de ti crezco como la hierba
junto a la encina clara que le presta su sombra.
Porque en tu sombra habito y para ti me alzo,
corazón, hacia arriba, sangre mía cimera,
en busca de tu tierna delicadeza fresca
que en un talle dulcísimo se me entrega ofrecida.

No quiero más, me basta, se me sosiega el ímpetu.
Como el agua a la mano me ciño a tu presencia y te mojo la entraña de amor inexpresable.

Quiero vivir amándote, quiero morir contigo,
quiero que nuestras sangres circulen paralelas
hasta que nuestros cuerpos se pudran en la tierra.

José Luis Hidalgo.

Anónimo dijo...

Como casi todo lo que merece la pena en la vida, he encontrado tu página por casualidad. Cúanto la he echado de menos sin saberlo.

Vlad dijo...

Todos necesitamos unas vacaciones, me temo.
Pero lo bueno que tienen los intermitentes es que, pareciendo que se apagan, vuelven a encenderse.
Hablaba de coches, claro.

Buenas tardes/noches.

Anónimo dijo...

¡¡No nos deje Exilio!! nunca me atreví a escribir, pero su pequeño relato de buenas noches, sus poesías, así como esas preciosas imágenes, eran mi punto de reflexión en muchos casos y visita obligada cada noche.
Es usted magnífica.
Un saludo