lunes, 11 de junio de 2007


Tal vez herido voy sin ir sangriento
por uno de los rayos de tu vida
y a media selva me detiene el agua:
la lluvia que se cae con su cielo.

Entonces toco el corazón llovido:
allí sé que tus ojos penetraron
por la región extensa de mi duelo
y un susurro de sombra surge solo:

Quién es? Quién es? Pero no tuvo nombre
la hoja o el agua oscura que palpita
a media selva, sorda, en el camino,

y así, amor mío, supe que fui herido
y nadie hablaba allí sino la sombra,
la noche errante, el beso de la lluvia



Pablo Neruda, Soneto LXX (de "Cien sonetos de amor")



Nadie verá nunca estas heridas, porque se hacen invisibles, se esconden entre prisas, se guardan bajo la ropa, se finjen ajenas, se disfrazan de indiferencia ante los puñales. Nadie verá nunca este dolor, testarudo y cerril, engañosamente dormido, infinitamente sabio, recurrente y tramposo, sutil e incurable ante el constante empuje del veneno.

Nadie nunca llega a saber de las cicatrices que deja a su paso...

Buenas noches.



(esta noche empezó clara, se volvió tormentosa y me trajo un regalo envenenado, hubo medias palabras y un mensaje entre susurros y una corta espera hasta el alivio... Corta e insoportable. Corta y dolorosa. Pero corta.. breve.. finalmente, olvidada. Gracias, gracias por hacerla tan corta...)




1 comentario:

Suso dijo...

Seguimos naúfragos... seguimos.

Un saludo exilio.