miércoles, 6 de junio de 2007





He ido marcando con cruces de fuego
el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta.

Historias que contarte a la orilla del crepúsculo,
muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.

Yo que viví en un puerto desde donde te amaba.
La soledad cruzada de sueño y de silencio.
Acorralado entre el mar y la tristeza.
Callado, delirante, entre dos gondoleros inmóviles.

Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.
Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido.

Así como las redes no retienen el agua.
Muñeca mía, apenas quedan gotas temblando.

Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces.
Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca.
Oh poder celebrarte con todas las palabras de alegría.
Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un loco.

Triste ternura mía, qué te haces de repente?
Cuando he llegado al vértice más atrevido
y frío
mi corazón se cierra como una flor nocturna

Pablo Neruda, Poema 13
(de "Veinte poemas de amor y una canción desesperada")



No es tristeza, no, lo que me calla; no es miedo ni angustia; no es vergüenza o pudor. No me silencia la culpa, ni las ataduras cotidianas; no me amordaza el dolor o la punzada terrorífica de la experiencia. No es una promesa lo que me encierra en mutismo, ni una irrompible fe, ni un secreto inconfesable, ni un inexplicable compromiso.

Es sólo la certeza de que hay una palabra, una sola palabra en una
única voz, que dará cuerpo a lo que escondo, que pondrá vida a lo que entierro, que iluminará la oscuridad que envuelve mi silencio...

Buenas noches



3 comentarios:

Sofía dijo...

Pongo los dedos sobre el verde suave y escribo, y borro, y vuelvo a escribir. Hay un torbellino chico en mi cabeza que zumba persistente y me advierte que estoy tocando un lienzo ajeno, que las letras sobresalen como pequeños peñascos entre la arena y el agua, interrumpiendo una caricia tranquila y creando turbulencias, pequeñas olas, interferencias en el suave vaivén comunicante.

Luego pienso que también los pequeños escollos son necesarios, que animan el paisaje. Apuntalo uno y mido sus aristas, solo por comprobar si formará demasiado ruido. Es lo bastante pequeño. Lo siembro sobre el verde de las ondas.


Buenas noches, Exilio. No te olvido.

Anónimo dijo...

"Es sólo la certeza de que hay una palabra, una sola palabra en una única voz, que dará cuerpo a lo que escondo, que pondrá vida a lo que entierro, que iluminará la oscuridad que envuelve mi silencio..."

La encuentro esta noche singularmente inspirada, Exilio. Gracias por sus palabras. La foto es una composición muy singular; y qué decir sobre el poema... a los cuarentones siempre nos quedará Neruda como a Rick e Ilsa siempre les quedará París.

Tengan, todos, noches de sueño reparador, de ese que restaña las heridas.

Anónimo dijo...

Por Paula_L_P

Si hoy me sobraran las palabras,
Si hoy el animo no estuviera cambiante,
Quizás contaría los días que pasan veloces y tristes en ausencias,
Tal vez hablaría de este invierno frío y gris que se aproxima,
Quizás solo explicaría la falta que me haces,
Los que creo ahora que serán los recuerdos,
Diría que es penoso no ver el cariño,
Y más penoso el no sentirlo ni poder darlo,
Tal vez contaría también lo cambiantes que somos,
Todos estos años de querernos y odiarnos,
Todos estos días y meses que a veces nos amamos y a veces nos hacemos daño,
Quizás si hoy me sobraran las palabras,
Si las palabras hoy vinieran a mí y no fueran solo palabras,
Yo abriría mi corazón, te iría a buscar, te llamaría,
Pero no estas y no tengo palabras que justifiquen tenerte cerca,
No tengo palabras que justifiquen ni el quererte siquiera,
Hoy creo haber despertado con un conocimiento nuevo,
Hoy sé simplemente que seremos felices pero no juntos,
Y quizás sea esta certeza la que me ha dejado enmudecida,
La que me da nuevas fuerzas también para no volver a nombrarte.