lunes, 7 de mayo de 2007


Horizontal, sí, te quiero.
Mírale la cara al cielo,
de cara. Déjate ya
de fingir un equilibrio
donde lloramos tú y yo.

Ríndete
a la gran verdad final,
a lo que has de ser conmigo,
tendida ya, paralela,
en la muerte o en el beso.

Horizontal es la noche
en el mar, gran masa trémula
sobre la tierra acostada,
vencida sobre la playa.
El estar de pie, mentira:
sólo correr o tenderse.

Y lo que tú y yo queremos
y el día —ya tan cansado
de estar con su luz, derecho—
es que nos llegue, viviendo
y con temblor de morir,

en lo más alto del beso,
ese quedarse rendidos
por el amor más ingrávido,
al peso de ser de tierra,
materia, carne de vida.

En la noche y la trasnoche,
y el amor y el trasamor,
ya cambiados
en horizontes finales,
tú y yo, de nosotros mismos.

Pedro Salinas, Versos 1108 a 1138 (de La Voz a ti debida)


Equilibrista en brazos de otra noche, haciendo piruetas sin red en el trapecio del deseo, sabiendo el riesgo del más pequeño fallo, adivinando el dolor de la caída y el fracaso, evitando el desesperante miedo de no encontrar las manos que sujeten las mías en el aire..

Equilibrista asustada de la altura, sorprendida ante el arrogante vacío a mis pies, atraída por el abismo que me separa de la seguridad tan cerca, tan lejos, irremediablemente arrastrada al vuelo, al salto, al mareante impulso de alcanzar con mis dedos los dedos que me salven, de aferrarme al cuerpo imán que me ate y, aún jadeante, palpitando, incrédula, agitada, me haga tenderme, entregada, a su lado...

Buenas noches.







3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ayer nos quedamos un poco huérfanos sin el mapa.

Hoy nos ha compensado con creces.

Pedro Salinas es un maravilloso poeta y Ud. ha elegido con sabiduría los versos que nos ha regalado. La foto es espléndida y desconcertante.

Y lleva Ud. mucha razón. Aunque no nos demos cuenta, estamos condenados a ser equilibristas entre la seguridad y la incertidumbre, entre el valor y el miedo, entre la libertad y las ataduras, entre el amor y el desamor... caminamos sobre un alambre, trastabilleamos y estamos a punto de caer...

Hacía tiempo que no pensaba en ello; no digo que me guste, pero es necesario pensarlo.

Gracias por todo. Buenas noches. Que descansen.

D.K. dijo...

Ya no me estorba el ruido al crecer de la hierba,
la ruina manando en las fuentes,
ni el aletear de jilgueros que enturbian las venas.
Que haciendo leña de patas de cama y timones,
espanto a todas las culebras
y remonto el río a traspiés.

Si las cuerdas del trapecio las corté
fue para subir y atarlas y ver a la luna otra vez.
Y volverlas a cortar una y mil veces
y boquear como los peces cuando les toca perder.

Me desentraño y el eco suena en la despensa.
Yo sé que vendrá a desquitarse.
Él sabe que me ha de encontrar, por las mismas callejas.
Vendiendo tumbos, sin rumbo, coraje, ni prisa
vertiendo minutos de arena y haciendo sendero al caer.

Y el trapecio me regala calderilla
para verme de rodillas,
pero no le rezaré.
De las mechas que ha prendido en la penumbra
soy la que menos alumbra,
y es que nunca quise ver.

Y cuando me araña las tripas
la zarza de pena que escondo
me mezco un ratito en el ancla
que lastra mi vida y que no llega al fondo.

Poco me importa, quizá despojarme del cieno
que me habita entre las orejas.
Si acaso ensuciarme el regazo
para, si se va todo a la mierda.
Reírme entre los lamparones
Y que la humanidad entera
mañana se muera y dé igual.

No quiero ser más que
el esqueleto de lo que he sido
que cuenta al oído su penar.
Sólo el murmurar
de los cimientos enloquecidos
que nadie ha podido desflorar.

EL TRAPECIO. MAREA.

Buenas noches, Exilio. Un beso.

Blues dijo...

ABISMO

Es un temblor reptando por mis venas
un susurro de notas que nos trajo el olvido
te sueño con angustia despierta en cada calle
y escucho tu canción con el miedo de todos los relojes
me desespero al fin por esta muda sombra que envuelve la
distancia
caminas por el filo de las horas como boca gigante
como engullendo el mundo que todavía me odia
como odiando mis ojos que sólo ven los tuyos en el aire
tiéndeme tu mirada rescátame del fondo
sálame de esta mar enfurecida de esta horrible condena
sólo quiero tu nombre doloroso
guardar para tus manos este ramo de besos infinitos.

Luis Arrillaga.