jueves, 11 de octubre de 2007


Y la noche se eleva como música en ciernes,
y las estrellas brillan temblando de extinguirse,
y el frío, el claro frío,
el gran frío del mundo,
la poca realidad de cuanto veo y toco,
el poco amor que encuentro,
me mueven a buscarte,
mujer, en cierto bosque de latidos calientes.

Sólo tú, dulce mía,
dulce en los olores de savia espesa y fuerte,
sin palabras, muy cerca, palpitando conmigo,
sólo tú eres real en un mundo fingido;
y te toco, y te creo,
y eres cálida y suave matriz de realidades,
amante, amparo, madre,
o peso de la tierra que sólo en ti acaricio,
o presencia que aún dura cuando cierro los ojos,
fuera de mí, tan bella

Gabriel Celaya, De noche


Apenas recuerdo nada más allá del primer día juntos; apenas me acuerdo de mi vida anterior, de todas mis vidas anteriores; apenas sé quien era antes de entonces, ni cómo sobreviví tanto tiempo en un mundo descorazonador y hostil; apenas puedo creer que este camino abrupto, inhóspito, inacabable, lo haya recorrido a solas; apenas comprendo cómo mi cuerpo, perdido, cansado, inerte, no se negó a seguir caminando... sólo sé que, desde ese primer día, desde la primera mirada, desde la promesa entre nuestra piel y nuestros labios, ha dejado de existir todo aquello que no seas tú.

Buenas noches.






Banda sonora apasionadamente cursi, ustedes sabrán perdonarme:







No hay comentarios: