sábado, 18 de agosto de 2007


Has llegado en la noche,
como otras tantas noches,
hasta la casa apuntalada en sombras.
La puerta ha clausurado el alba amenazante,
y, tú mismo una sombra, te desvistes
por el pasillo a tientas,
con las voces aún y el sabor de esa noche
hurgando en la memoria.

La habitación todavía es más ciega,
y la invade, corpórea,
la familiar tibieza de una niebla invisible.
Has tumbado tu noche, tu cansancio y tu cuerpo,
junto al cansado cuerpo de su noche.
Quién sabe qué fantasmas la estarán visitando,
con quién departirá
en la hora puntual de los demonios,
por qué tierras salvajes de los sueños
andará extraviada y sin echarte en falta.
Toda la suma de casualidades,
de planes no cumplidos,
de rutas postergadas, de incertezas,
y que llevan por fin hasta esta noche,
resulta un laberinto incomprensible.

Mientras rumias un violento deseo,
ella duerme a tu lado,
flota sobre las aguas del lago de la noche,
ajena a tus preguntas sin respuesta,
y su respiración, en esas aguas,
es el fiel testimonio de que hay vida,
de que aún no te has ahogado.

Qué está ella haciendo aquí,
qué estoy haciendo.
El lago no responde desde sus aguas frías.
No creo que mañana obtenga la respuesta.
Mientras tanto,
ya me he acercado al animal dormido,
su orilla me ha abrazado,
y sin más tiempo para pedir ayuda
nos hemos ido al fondo de la noche.

Carlos Marzal, El animal dormido


Hay noches de reproches y venganzas, de dolorosos silencios más expresivos que cualquier palabra. Hay noches violentas, de rencores repentinamente aparecidos del olvido, de golpes directos al alma, de heridas pasadas, aparentemente curadas, reabiertas a conciencia. Hay noches de amnesia, regadas de tóxicos, inundadas de alcohol, ahogadas vergonzosamente en una laguna de la memoria. Hay noches de pasión, de urgencia, de imperiosas exigencias de la carne, de lujuria consentidamente imprudente, de imprevistos encuentros con desconocidos, de agridulces sabores en los labios. Hay noches, hay algunas noches, de ternura en los dedos, de susurros en lo oscuro, de delicadas rutas en la piel, de un inmenso, estremecedor, abrumador deseo de adherirse a quien nos ama, a quien amamos y no volver a despertar lejos de su aliento..

Buenas noches...


Banda sonora de otro sábado:





1 comentario:

Sofía dijo...

Did I tell you I love you?

Thanks, darling.