viernes, 24 de agosto de 2007




Agua en la noche, serpiente indecisa,
silbo menor y rumbo ignorado:
¿Qué día nieve, qué día mar? Dime.

¿Qué día nube, eco
de ti y cauce seco?
Dime.
—No lo diré: entre tus labios me tienes,
beso te doy, pero no claridades.

Que compasiones nocturnas te basten
y lo demás a las sombras
déjaselo, porque yo he sido hecha
para la sed de los labios que nunca preguntan

Pedro Salinas, Presagios


Como un río de pacífica corriente, de sosegadas riberas, de discurrir tranquilo, que repentinamente se tranforma en imprevistos rápidos, que se despliega en caída líquida sin freno, que se abalanza al vacío como cascada imparable, así la noche se adentra, engañosamente tranquila, por mi ventana entreabierta, y se adueña de cada rincón de mi cama, se aposenta en las paredes con su oscura huella de dedos frescos, invade mi piel con sombras y contraluces, impregna mis manos de su aura lunar, desabrochando mis ataduras, liberando mis sueños, provocando, tentadora irresistible, maga maliciosa, el despertar de los sentidos, la entrega a sus deseos, la inconfesable derrota de mi voluntad....

Buenas noches...



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