lunes, 17 de septiembre de 2007







No me has hecho sufrir

sino esperar.

Aquellas horas
enmarañadas,
llenas
de serpientes,
cuando
se me caía el alma
y me ahogaba,

tú venías andando,
tú venías desnuda y arañada,
tú llegabas sangrienta
hasta mi lecho,
novia mía,
y entonces toda la noche
caminamos
durmiendo
y cuando despertamos
eras intacta y nueva,
como si el grave viento de los sueños

de nuevo hubiera dado
fuego a tu cabellera
y en trigo y plata hubiera sumergido tu cuerpo
hasta dejarlo deslumbrante.


Yo no sufrí, amor mío,

yo sólo te esperaba.

Tenías que cambiar
de corazón
y de mirada
después de haber tocado
la profunda
zona de mar
que te entregó mi pecho.
Tenías que salir del agua,
pura como una gota levantada
por una ola nocturna.
Novia mía, tuviste
que morir y nacer,
yo te esperaba.
Yo no sufrí buscándote,
sabía que vendrías,
una nueva mujer con lo que adoro
de la que no adoraba,

con tus ojos, tus manos y tu boca
pero con otro corazón,
que amaneció a mi lado
como si siempre hubiera estado allí,
para seguir conmigo para siempre.

Pablo Neruda, Tú venías
(de "Los versos del capitán - Las Furias")



Ven, no tardes, no prolongues más tu llegada, no retrases más la entrega. Ven, deja que me apodere de tus manos, deja que invada tu boca sin resistirte, deja que me acomode en esos brazos que se han mantenido cerrados a los míos. Ven, no escondas tu amor en la distancia, no disfraces tu deseo de lejanía, no llenes las horas con sueños y hazme realidad bajo tus dedos. Ven, no tardes, no esquives lo inevitable, no niegues la evidencia de que somos el mismo pais latiente, vivo, apasionado, limitado por las mismas costas duras, crueles, inclementes, la misma tierra humedecida en mil noches de lluvia y lujuria, quemada en mil días de sol y esperanzas.

Buenas noches...

Y gracias (Raf, de mis entretelas, sobre todo vos...), por guardar el fuerte.








Banda sonora del regreso resignado y la paciente espera:

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