martes, 4 de septiembre de 2007


Detrás de mí en la rama quiero verte.
Poco a poco te convertiste en fruto.
No te costó subir de las raíces
cantando con tu sílaba de savia.

Y aquí estarás primero en flor fragante,
en la estatua de un beso convertida,
hasta que sol y tierra, sangre y cielo,
te otorguen la delicia y la dulzura.

En la rama veré tu cabellera,
tu signo madurando en el follaje,
acercando las hojas a mi sed,

y llenará mi boca tu sustancia,
el beso que subió desde la tierra
con tu sangre de fruta enamorada.


Pablo Neruda, Soneto XLVII
(de "Cien sonetos de amor")



Vigilante y cuidadosa, la mirada se desliza por la tierra fértil que pronto se abrirá en tesoros y fragancias, en regalos terrenales y sabrosos, en frutos largamente esperados. Esta tierra regada con lluvia de palabras, protegida con el sol del deseo, envuelta en frágiles hilos de niebla esperanzada. Esta tierra preñada en mil noches y en mil semillas que crecen, pausadas pero imparables, ofreciéndose y tentando a los sentidos mucho antes del día en que doradas, dulces, abrasadoras, deliciosas, lleguen a nuestras manos...

Buenas noches.



Septiembre tiene su propia música:





2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues muy buenas noches. La tierra y la carne tienen mucho en común porque de ella, de la tierra, venimos los mortales y a ella, a la tierra, volvemos por ser mortales.

La tierra, Ud. lo sabe, nos concedió la carne y sus placeres para que al volver a ella, a la tierra, algo de nuestra carne sobreviviese.

Por aquí andamos con un ordenador recién reparado. Lo que echa uno de menos el mapa cuando no puede leerlo, caramba.

Reitero las buenas noches.

juan de mairena dijo...

Oui, c'est moi.