lunes, 2 de julio de 2007



Me doy cuenta de que me faltas
y de que te busco entre las gentes, en el ruido,
pero todo es inútil.
Cuando me quedo solo
me quedo más solo
solo por todas partes y por ti y por mí.


No hago sino esperar.
Esperar todo el día hasta que no llegas.
Hasta que me duermo
y no estás y no has llegado
y me quedo dormido
y terriblemente cansado
preguntando.

Amor, todos los días.
Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta.
Puedes empezar a leer esto
y cuando llegues aquí empezar de nuevo.
Cierra estas palabras como un círculo,
como un aro, échalo a rodar, enciéndelo.

Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas,
en mi garganta como moscas en un frasco.
Yo estoy arruinado.
Estoy arruinado de mis huesos,
todo es pesadumbre.


Jaime Sabinas, Me doy cuenta de que me faltas.


Hasta pronto.

Me tomo (y les doy.. si alguien hay), un respiro, un descanso, un receso, una anticipado esbozo de unas vacaciones quizá inmerecidas pero, decididamente, necesarias.

Lean.. vivan... amen.

Buenas noches.. si hay quien las recoja.






.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida Exilio: contestemos o no contestemos, no dude de que algunos estamos aquí, noche tras noche, siguiendo la ruta que marca el mapa.

Con su permiso, recojo yo sus buenas noches. Tómese sus vacaciones. Respire hondo. Y vuelva, vuelva siempre. Algunos somos exploradores de medio pelo y no sabríamos continuar camino sin su mapa.

Buenas noches.

Sofía dijo...

Noche tras noche. Testigos mudos que seguimos tus rutas.

Descansa. No dejaremos de esperarte, mientras damos vueltas y más vueltas sobre las coordenadas ya dibujadas.

...


No hay más. Sólo mujer para alegrarnos,
sólo ojos de mujer para reconfortarnos,
sólo cuerpos desnudos,
territorios en que no se cansa el hombre.
Si no es posible dedicarse a Dios
en la época del crecimiento,
¿qué darle al corazón afligido
sino el círculo de muerte necesaria
que es la mujer?

Estamos en el sexo, belleza pura,
corazón solo y limpio.


NO HAY MÁS, SOLO MUJER - Jaime Sabines.

Anónimo dijo...

PREGUNTAS

¡Escríbeme qué llevas puesto! ¿Es cálido?
¡Escríbeme en qué duermes! ¿Es también blando?
¡Escríbeme qué aspecto tienes! ¿Sigue siendo el mismo?
¡Escríbeme qué echas de menos! ¿Mi brazo?
¡Escríbeme cómo te va! ¿Te respetan?
¡Escríbeme qué andan haciendo! ¿Tienes bastante valor?
¡Escríbeme qué haces tú! ¿Sigue siendo bueno?
¡Escríbeme en qué piensas! ¿En mí?
¡La verdad es que sólo tengo preguntas para ti!
¡Y espero con ansiedad la respuesta!
Cuando tú estás cansada, nada puedo llevarte.
Si pasas hambre, no puedo darte de comer.
Así que estoy como fuera del mundo,
perdido, como si te hubiese olvidado.

Bertolt Brecht.


(...es cierto, el silencio acompaña poco y mal, y las preguntas necesitan respuestas, y las respuestas no recuerdan apenas a sus preguntas. Sólo somos pequeños olvidos ajenos, pero ya es algo. Y mucho mejor que pequeñitas mentirijillas, o palmaditas de consuelo envenenadas, o sonrisitas de cartón. Carnaval de palabras. Antifaces de ojos cerrados.

O algo asín...)

Un beso, Exilio. El poema es de Brecht, uno de los exponentes de la llamada "literatura del exilio". Recordé alguno de sus textos mientras desde mi ventana miraba tu pañuelo entregado al viento. Buen viaje. Y buen regreso, si lo hubiera.

Sofía dijo...

Jueves.

Hago un alto en el camino y releo las huellas. Me niego a decir que te echo de menos, porque siempre vienes conmigo, aunque añore tu presencia en el hueco de tu ausencia momentánea. No, no te echo de menos. Leo algunos poemas de uno de tantos libros y me pregunto cómo lo leerías tú, si te gustaría o echaríamos unas risas a costa de lo negro, o lo cursi, o lo desenfadado, o lo procaz, o lo espléndido, o lo definitivamente bueno, o malo. Leo algún poema y estás ahí, sentada -incómoda- en mi butaca -incómoda- enarcando una ceja y reprochándome la literalidad.

Veamos... te leo a Jose Ángel Valente, gallego, que fuera vecino a ratos de esta ciudad sureña, donde queda su casa y una placa reseñando a su nombre la que fuera su calle.

Vi tu cuerpo subir
en la luz irreal de la mañana,
ante el frío residuo de la nieve,
trepar las alambradas,
crecer contra la lluvia más oscura,
nacer arriba irresistible sobre
un universo concentracionario.

Del otro lado charcos y ojos quietos,
la latitud forzada de los días,
el canto oscuro y la labor oscura,
el ritmo monocorde de las manos impares.

Tu cuerpo, such stuff, tu cuerpo,
as dreams are made on, habías repetido,
subía incontenible sobre todos los sueños.

Para qué andar después las mismas avenidas,
contar los mismos pasos,
resucitar a qué otra misma muerte.

Vi tu cuerpo y aquella claridad secreta de tus ojos
abrir en grandes alas todo el aire.

Sobre las alambradas y la lluvia,
sobre la reiteración de los contornos,
sobre la resistencia ciega de los límites,
tu libre cuerpo juvenil nacía
como una inabatible bandera.


Jose Ángel Valente - The Tempest.



Leo los versos, digo, y me pregunto cómo y con qué mirada los vas a leer tú. Y luego me reprocho: "no puedes soltarle a Exilio un poema con una palabra tan repulsivamente anti-sensual como "concentracionario".

Purggghhh... pero lo escribo, y lo traigo. Igual que el poema te ha traído -adelantado a primera línea, más bien- a mi memoria.

Enlatada entre estas cuatro paredes nocturnas, tras mi reja y con mi gata, boqueantes ambas de calor, no te echamos de menos (nos negamos); sólo pensamos en ti y, de sus ojos verdes a los míos pardos, se cruzan los deseos de que estés disfrutando el interludio.


Ci vediamo, cara amica.