jueves, 12 de julio de 2007




Ebrio de trementina y largos besos,
estival, el velero de las rosas dirijo,
torcido hacia la muerte del delgado día,
cimentado en el sólido frenesí marino.


Pálido y amarrado a mi agua devorante
cruzo en el agrio olor del clima descubierto,
aún vestido de gris y sonidos amargos,
y una cimera triste de abandonada espuma.


Voy, duro de pasiones, montado en mi ola única,
lunar, solar, ardiente y frío, repentino,
dormido en la garganta de las afortunadas
islas blancas y dulces como caderas frescas.


Tiembla en la noche húmeda mi vestido de besos
locamente cargado de eléctricas gestiones,
de modo heroico dividido en sueños
y embriagadoras rosas practicándose en mí.

Aguas arriba, en medio de las olas externas,
tu paralelo cuerpo se sujeta en mis brazos
como un pez infinitamente pegado a mi alma
rápido y lento en la energía subceleste.

Pablo Neruda, Poema 9
(de "Veinte poemas de amor y una canción desesperada")



Me emborracho sin vino, drogada, intoxicada por algo más intenso, más peligroso, más adictivo; y en unas manos sabias, implacables, tan misteriosas como íntimamente conocidas me convierto en material dócil, manejable, entregado a lo invisible, rendido a lo inesperado, vulnerable al deseo, diluído, fundido, dúctil, ávido del calor que me hace arder, hasta ser solamente esa impura materia que reclama volver a ser transformada otra y otra y otra vez...

Buenas, alquímicas noches...








2 comentarios:

juan de mairena dijo...

Al fin los colores... el arco iris... la luz...

Joselita del Sur - Exilio Voluntario dijo...

Ve usted, como quien desea, consigue??

Lo que no saque usted de mí cuando estoy intoxicada...

:-P