miércoles, 9 de enero de 2008


Un cuerpo, un cuerpo solo, sólo un cuerpo,
un cuerpo como día derramado
y noche devorada;

la luz de unos cabellos
que no apaciguan nunca
la sombra de mi tacto;

una garganta, un vientre que amanece
como el mar que se enciende
cuando toca la frente de la aurora;

unos tobillos, puentes del verano;
unos muslos nocturnos que se hunden
en la música verde de la tarde;

un pecho que se alza
y arrasa las espumas;
un cuello, sólo un cuello,

unas manos tan sólo,
unas palabras lentas que descienden
como arena caída en otra arena…

Esto que se me escapa,
agua y delicia obscura,
mar naciendo o muriendo;

estos labios y dientes,
estos ojos hambrientos,
me desnudan de mí

y su furiosa gracia me levanta
hasta los quietos cielos
donde vibra el instante:

la cima de los besos,
la plenitud del mundo y de sus formas.

Octavio Paz, IV
(de "Bajo tu clara sombra")




Vibrante y clara, como una nota pura afinando su sonido, mi voz te está llamando mientras mi cuerpo te espera en silencio. Abierta y dócil, como una flor extraña traída de un país lejano, mi piel te ofrece su perfume mientras mis labios preparan su beso. Desnuda y frágil, como una ráfaga de brisa, como el vuelo de una pluma, como el sueño de un pequeño dios, mi caricia busca encontrarte, se entretiene en tu nuca, invade tu pecho, se hace dueña de tu espalda, peregrina hambrienta, insaciable viajera por tu sexo...

Buenas noches







Banda sonora para los que viajan con un rumbo incierto pero nunca totalmente desconocido:











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