Vi tu cuerpo subir
en la luz irreal de la mañana,
ante el frío residuo de la nieve,
trepar las alambradas,
crecer contra la lluvia más oscura,
nacer arriba irresistible sobre
un universo concentracionario.
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Del otro lado charcos y ojos quietos,
la latitud forzada de los días,
el canto oscuro y la labor oscura,
el ritmo monocorde de las manos impares.
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Tu cuerpo, such stuff, tu cuerpo,
as dreams are made on, habías repetido,
subía incontenible sobre todos los sueños.
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Para qué andar después las mismas avenidas,
contar los mismos pasos,
resucitar a qué otra misma muerte.
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Vi tu cuerpo y aquella claridad secreta de tus ojos
abrir en grandes alas todo el aire.
Sobre las alambradas y la lluvia,
sobre la reiteración de los contornos,
sobre la resistencia ciega de los límites,
tu libre cuerpo juvenil nacía
como una inabatible bandera.
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Jose Ángel Valente - The Tempest.
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A este lado la luz mortecina, la calima pegajosa, la lenta agonía del sol, y a ese lado, una luminosa oscuridad casi dolorosa en su calma, casi perfecta en su belleza. A este lado, el tiempo como una trampa llena de trucos sucios, y a ese lado, el espacio libre, el futuro incierto, la cascada incesante de los días y las noches. A este lado, el temor a perder lo que no aún es mío, y a ese lado, la inapelable certeza de que soy de quien soy porque soy quien soy. A este lado, la espera, la impaciencia, el ansia desesperada por alcanzar lo que persigo, y al otro lado, el amor como meta, la risa como premio, tu cuerpo, como pais y bandera y promesa y hogar...
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Buenas noches...
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(espero que te guste mi visión, Sofía... y a Bruja, también)
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5 comentarios:
"(espero que te guste mi visión, Sofía... y a Bruja, también)"
Vale, y a un servidor que lo zurzan.
En fin. A pesar de todo es un alivio volver a encontrar el mapa. Sin él, uno pierde el camino y acaba volviendo a viejos senderos; lo cual está muy bien... siempre y cuando no acabes metido en jardines.
Debo decirle que no me he fijado demasiado en el poema porque la visión trasera de la foto me ha impactado. A mí la carnalidad me ahuyenta cualquier asomo de lirismo, qué le vamos a hacer. Qué curvas, qué chicha, qué culo tiene la tía. Nada de anorexia: plenitud y redondeces como mandan los cánones.
Sí, señora. Brillante el mapa de hoy. Ahora falta que encuentre una foto de la misma chica en perspectiva delantera. Más que nada por confirmar la impresión trasera.
Querido RAF...
No le obvio aunque se lo haya parecido. pero este poema lo ha dejado Sofía en un comentario al mi último mapa, preguntándose qué visión, qué perspectiva le daría yo.
Y de ahí mi frase entre paréntesis.
Ya sabe que usted sigue siendo una de mis referencias emocionales.. no me venga con pelusas.
Muchos besos.
Las vacaciones, creo, han terminado...
Esta noche, que más que una noche es una vida entera, con sus propios días y sus propias noches, yo pensaba encontrarte un poema, que hablara de formas de entender las cosas, de interpretaciones, de las visiones personales e íntimas que tenemos cada uno de nosotros a la hora de mirar lo ajeno, lo desconocido, pero también lo amigo, lo que forma parte de nosotros mismos.
Pero tengo sueño, a pesar de la cocacola, y ya no quiero mirar nada más esta noche, no quiero buscar, ni encontrar nada, y había pensado, justo el segundo antes de esconder mis pies bajo las sábanas solitarias, escribir toda una declaración de intenciones, como un testimonio sincero, como un último y descacharrante desnudo improvisado, arrancando uno a uno los velos de la vergüenza, la timidez o, incluso, el miedo. Y he visto mi librito de bolsillo, con sus más de doscientas páginas repletas de palabras, escritas por José Hierro, y le he imaginado desnudo con su pijama, escribiendo, al borde de la cama, estas palabras que te copio ahora, incapaz como me siento de hilvanar un texto mínimamente coherente sobre quién soy o quién he sido, o quién seré.
Y no es que me represente, o me sienta identificado o lo sienta mío esta noche. O puede ser que sí, que todo eso. O más que eso. Incapaz también de decidir quién soy, y mucho menos interpretar o siquiera imaginar como propia la mirada ajena.
Es la cuarta cabeza de las “Cinco cabezas”…, y dice así:
Esta cabeza ha visto, ha sido, sol de piedra rojiza, luna amarilla de agua sobre la tapia de cal, de adobe. Ha visto candiles de aceite que buscaban en la noche la moneda perdida por los rincones, la última moneda de cobre. Ha visto los niños de la anemia, los cardos, las espinas, los alacranes de septiembre en Torre de Miguel Sesmero, los galeones de la trilla, los vareadores del aceite, los serones del vino, las cabras del erial. Esta cabeza ha visto guerras y guerripaces, clavos, garfios, sogas de sangre, ha estado acosada de chumberas, de higueras y de pitas (cómo queréis que sea mañanicas floridas, gitanicos que vienen con la varita en la mano, cómo queréis, esta cabeza de leña, de corteza, de hueso que se desnudó sufriendo), esta cabeza estoqueada en la plaza de toros, en la plaza mayor, plaza de pana, de pan, tomate, navaja, agonía y esparto. Ha sido, esta cabeza ha sido, dentadura mellada, quijada de marfil y amarillo en el zaguán del hambre, el odio, la pena, la desolación. Ha visto reatas de amaneceres con escarcha, collares de mediodías de zumbido, cadenas de noches con su diosa peluda y herrumbrosa cabalgando el heráldico gorrino de cerdas negras. Por la penumbra azul de la pitarra, con el costado herido, el río transcurría desangrándose, el padre río con arrugas en la frente, con sus brazos de fango que acunaban a los muertos. Ha visto, pardo y negro, el parpadeo de la tormenta. Pardo y negro, duro, todo barro cocido, harapos de barro botijo, tinaja, lebrillo, barro mendigo de la lumbre, barro de la espadaña con su cigüeña de ceniza, sus estrellas de hierro, sus lágrimas de hiel, huérfanas de los ojos que fueron su origen. Esta cabeza ha sido tallada por los días y las estaciones hasta su firma definitiva de máscara de cáñamo. Ha regresado del exilio del espanto, prendida a sus pies la sombra del espanto, inseparable compañera. Esta cabeza, lázara clavada a su podredumbre, oficia su rito de cuero, su ceremonia de llama negra; es una ceremonia inventada cada vez, porque esta cabeza no recuerda, no proyecta: vive en una mazmorra que está fuera del tiempo, y allí espera, allí espera otra nada. Esta cabeza ha visto, y ya no ve; ha visto y ya no quiere ver tanto camposanto de astillas de guitarra.
Esa cabeza tuya, Jaime...
Esa cabeza, llena de visiones y recuerdos y esperanzas;: tan nítidos, tan vívidos, tan crueles, tan dulces, tan imborrabes, tan dolorosos, tan personales, tan reconocibles, tan ajenos, tan incomprensibles, tan tuyos.
Esa cabeza, Jaime, que no sólo sirve para llevar una melena impecable o ponerse un Fedora ladeado...
Esa cabeza, tuya, amigo mío.. sin la que este blog y esta exiliada, serían menos.
Gracias.
Y besos...
Has regresado...!
No pretendía hacerte regresar. Sólo pasearme descalza por tu mapa y dejarte un pedazo de lo que me pasaba por la cabeza.
Sí. Tu visión me parece adecuada. Tienes algo especial a la hora de atrapar imágenes al vuelo y emparejarlas con las letras.
¿Sabes lo que más me ha gustado siempre de esas imágenes que engarzas? Son sensuales, muchas veces procaces, y en no pocas ocasiones, con aristas y filos cortantes. Siempre he detestado esas imágenes románticamente cursis, que de tan sobadas pueden llegar a perder toda su belleza...
Tus mujeres, en cambio, se enroscan y retuercen entre las líneas de los versos: voluptuosas, heridas, tentadoras, cautivas y cautivadoras a un tiempo.
A ellos les vence el aroma a lascivia perfumada. A mí... me gana el drama que se intuye.
Besicos de Sur. Bienvuelta, si es que has vuelto. Hasta pronto, si solo ha sido un paréntesis-caricia.
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