En los extremos estás de ti,
por ellos te busco.
Amarte:
¡qué ir y venir a ti misma
de ti misma!
Para dar contigo, cerca,
¡qué lejos habrá que ir!
Amor: distancias, vaivén
sin parar.
En medio del camino, nada.
No, tu voz no, tu silencio.
Redondo, terso, sin quiebra,
como aire, las preguntas
apenas le rizan,
como piedras, las preguntas
en el fondo se las guarda.
Superficie del silencio
y yo mirándome en ella.
Nada, tu silencio, sí.
O todo tu grito, sí.
Afilado en el callar, acero,
rayo, saeta, rasgador, desgarrador,
¡qué exactitud repentina
rompiendo al mundo la entraña,
y el fondo del mundo arriba,
donde él llega, fugacísimo!
Todo, sí, tu grito, sí.
Pero tu voz no la quiero
Pedro Salinas, La difícil
Se callan mis labios, sello mi boca en un gesto obstinado, y grita brutal el silencio todo aquello que no digo. Se apagan las palabras o arden, se queman y me queman, en un fuego frío, y se hacen visibles los ecos de mi voz que se esconden entre las sábanas y los sueños. Se mueren los sonidos, las melodías, se difumina el dulce ritmo, el loco baile de letras y música que me empeño en crear para ti..
Tú, que no me oyes si te hablo.
Tú, que no comprendes lo que callo.
Buenas noches...
(Feliz viaje, RAF... ya sabe que le echaré de menos a rabiar.)
lunes, 16 de julio de 2007
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2 comentarios:
Hace algún tiempo descubrí a ese Marzal que ayer nos dejabas. Coincidió con una época de mi vida en la que todo, absolutamente todo, era cambio.
En ese tiempo, llevé como broche, en mi firma, los últimos versos de uno de sus poemas, en concreto de "Pluscuamperfecto de Futuro" de La Vida de Frontera.
Por eso, más que un día,
mi día de mañana es el proyecto
de un tiempo por llegar:
es el pluscuamperfecto de futuro.
Ya sólo hay que aprenderlo a conjugar.
Porque entonces era eso, una vida en un cruce de carreteras, con puentes por cruzar y naves que quemar.
Tal vez por eso quiero traerte otro Marzal, un Marzal que canta, enajenado, a un corazón perplejo, como es, tantas veces, el tuyo.
Desventurado corazón perplejo,
inconsecuente corazón,
no dudes.
No tiembles nunca más por lo que sabes,
no temas nunca más por lo que has visto.
Calamitoso corazón,
alienta.
Aprende en este ahora
el pálpito que vuelve con lo eterno,
para latir conforme en valentía.
Los números del mundo están cifrados
en la clave de un sol tan rutilante
que te ciega los ojos si calculas.
Ciégate en esperanza,
errátil corazón,
suma los números.
Un orden en su imán te está esperando.
Desde el final del tiempo se levanta
un ácido perfume de hojas muertas.
Respíralo y respira su secreto.
Abre de par en par tu incertidumbre.
No permitas
que encuentre domicilio la tibieza,
ni que este inescrutable amor oscuro
cometa el gran pecado de estar triste.
Acógete a ti mismo en tus entrañas
con tu abrazo más fuerte,
tu mejor padre en ti, tu mejor hijo,
gobierna tu ocasión de madurez.
Insiste una vez más,
aspira en estas rosas
su pútrido fermento enamorado.
En este desvarío de tu voz
se desnuda el enigma, transparece
la recompensa intacta de estar siendo.
Aquí estamos tú y yo,
altivo corazón,
en desbandada.
A fuerza de caer, desvanecidos.
y a fuerza de cantar,
enajenados.
Seguro que tú, mucho más afinada para eso, encuentras su reflejo en una imagen.
Buenas noches, Princesa.
Siempre atormentada.
Adictiva.
Subyugante.
Sobrecogedora.
Misteriosa.
Fascinante.
Hechicera.
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