sábado, 14 de julio de 2007



Soy mi cuerpo.
Y mi cuerpo está triste, está cansado.
Me dispongo a dormir una semana, un mes;
no me hablen.Que cuando abra los ojos
hayan crecido los niños y todas las cosas sonrían.

Quiero dejar de pisar con los pies desnudos el frío.
Échenme encima todo lo que tenga calor,
las sábanas, las mantas, algunos papeles y recuerdos,
y cierren todas las puertas para que no se vaya mi soledad.
Quiero dormir un mes, un año, dormirme.
Y si hablo dormido no me hagan caso,
si digo algún nombre, si me quejo.

Quiero que hagan de cuenta que estoy enterrado,
y que ustedes no pueden hacer nada
hasta el día de la resurrección.
Ahora quiero dormir un año, nada más dormir

Jaime Sabines, Cansado




Rodeada de todo lo necesario, cuidada como una gata consentida, arrogante, mimada con todas las comodidades posibles, mi insatisfecho, desagradecido egoismo insiste en que todo ello resultará inútil, que ningún capricho será suficiente, que ningún descanso apagará esta inquietud... Rodeada de la suavidad y la paz que deberían bañarme en sosiego y llevarme al placer del sueño, este cuerpo impaciente, esta piel vestida de añoranzas, me susurran que ni las sábanas frescas, ni el vino oscuro, ni la música cuidadosamente elegida para endulzar mi noche, ni la luz ténue que apenas me alumbra, ni el húmedo aliento del verano entrando en mi ventana, serán el remedio, el somnífero, la cura y la promesa que aplaquen mi ansiedad...


Buenas noches...

2 comentarios:

Sofía dijo...

El hambre. El hambre inagotable por aquello que nos falta.

Eso solo se cura con... bueno, no sé si se cura alguna vez.

Joselita del Sur - Exilio Voluntario dijo...

Y el spleen, querida.

Hambre y spleen y esta agotadora sensación que me pesa en la espalda como una carga insoportable.

Esta gata, se muere por arañar...