Toda tú eres santuario,
toda blanca;
se ha llenado tu cuerpo de designios.
Tienes la santidad de la esperanza
y la paz generosa
de los lirios.
Toda tú eres milagro,
das tu lecho
de altas arenas
al naciente río;
enciendes en tu sangre
el claro fuego
y con tu carne pueblas el vacío.
Toda tu,
fervorosa,
temerosa,
frente a tu propio territorio vivo,
junto a los ventanales de tu alma,
bajo la blanca sombra de tu espíritu.
Toda tú, niña, blanca,
inmaculada,
santificada en el minuto limpio;
más mujer que la tierra,
más fecunda, innumerable
y grave como un libro.
Cimiento de las horas,
silenciosa;
vértice de mi amor,
toda camino,
toda inmanchable altura,
toda tiempo,
inflamada de vida,
toda río.
Manuel J. Arce, Toda tú
Buenas, esperanzadas noches...
viernes, 4 de mayo de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
A veces soy la voz del otro lado del teléfono,
a veces un aliento,
una ciudad enorme donde te encuentro a veces,
por supuesto una fecha,
un saludo que cruza el cielo velozmente,
dos ojos que te miran,
un café que te espera después de la llovizna,
una fotografía, una mano en tu mano
desesperadamente, una canción, etc.
Y siempre o casi siempre
nomás ese silencio
donde solés colgar tus prendas íntimas.
Jorge Boccanera - Suceso VIII (de Los Espantapájaros Suicidas).
Me gusta leerte. Quedarme quieta. Leerte. Observar tu recuerdo. Leerte. Pensar en voz alta. Leerte. Buscar por los rincones de la biblioteca las palabras exactas, hermosas, que te describan. Leerte. Hurgar en los entresijos de lo que escribes, para sentir lo que me dices. Leerte. Tomar el pulso de tus palpitaciones. Leerte.
Me gusta leerte, no sé si te lo he dicho. Y después, leo los versos, y trato de jugar contigo a una peculiar clase de ping-pong poético. Claro que, casi siempre, se me escapan las bolas...
Buenas noches, Sensualidad.
ASÍ...
Algunas veces llego
presuroso, rodeo
tus rodillas, toco
tu pelo. ¡Ay Dios, quisiera
decirte tantas cosas!
Te compraré un pañuelo,
seré buen chico, haremos
un viaje....No sé,
no sé lo que me pasa.
Quiero morir así,
así en tus brazos.
J. Agustín Goytisolo.
Hay noches que vuelvo atrás.
Noches que siento que callé mis deseos.
Noches en que quiero borrar el dia.
Noches en que solo queda la esperanza
Llamadme, duendes de la noche.
Bueno; casi me da mal fario dar la nota discordante entre tanta poesía, pero es que el culo de la chica visible entre los muelles tiene un morbo extraordinario.
Es de suponer que la boca del tipo andará enredada en otros muelles, si ella no es de las que se rasuran.
Qué recuerdos. Hace muchos más años de los que quisiera, mi novia y yo catamos una de esas camas antiguas, con un somier incomodísimo que era como una apretada estera de metal trenzado, un armazón que chirriaba de lo lindo. NO había colchón ni ropa de cama, uno se dejaba los codos y las rodillas en el metal, pero no importaba demasiado. Y el ñiki-ñiki que hacía el somier...
Qué tiempos, sí.
Publicar un comentario