¡Sí, todo con exceso:
la luz, la vida, el mar!
Plural todo, plural,
luces, vidas y mares.
A subir, a ascender
de docenas a cientos,
de cientos a millar,
en una jubilosa
repetición sin fin,
de tu amor, unidad.
Tablas, plumas y máquinas,
todo a multiplicar,
caricia por caricia,
abrazo por volcán.
Hay que cansar los números.
Que cuenten sin parar,
que se embriaguen contando,
y que no sepan ya
cuál de ellos será el último:
¡qué vivir sin final!
Que un gran tropel de ceros
asalte nuestras dichas
esbeltas, al pasar,
y las lleve a su cima.
Que se rompan las cifras,
sin poder calcular
ni el tiempo ni los besos.
Y al otro lado ya
de cómputos, de sinos,
entregamos a ciegas
—¡exceso, qué penúltimo!—
a un gran fondo azaroso
que irresistiblemente
está
cantándonos a gritos
fúlgidos de futuro:
«Eso no es nada, aún
Buscaos bien, hay más.»
Pedro Salinas, Versos 702 a 739 (de "La Voz a tí debida)
No existe el exceso de besos, el deseo excesivo, el excesivo amor, exceso de caricias. No hay exceso en la pasión ni en el abrazo. Nunca se tiene demasiado del amante. Nunca se da demasiado de uno mismo al amado.
No hay exceso imperdonable, excepto el exceso de ausencia y el exceso de dolor que ésta provoca...
No hay exceso insoportable, excepto el exceso por defecto.
Buenas noches
sábado, 26 de mayo de 2007
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5 comentarios:
La veo poco aristotélica.
Ayer estuve con una compañera. Dada a todos los excesos. Ha sido una folladora nata, lo seguirá siendo sin duda, en un tiempo fue a por mí, lo que pasa es que no me dejé. No sé si lo lamento o no. Peût être j'ai le sentiment que je le regrette.
Ayer me decía: no pienso abandonar mis vicios. ¡Ni uno!. Y salió a la calle a fumar su cigarrillo compulsivo.
No sé si realmente hay algo de grandioso en el exceso, tal vez sí, y los grandes gozadores, los modernos epicúreos -palabra tan mal utilizada tantas veces- imagino que estarán siempre en busca de su plus ultra.
Personalmente, entiendo la virtud como la permanente satisfacción con el momento. El no desear, algo más estoico.
Bienvenidos los goces y las exaltaciones, cuando estos llegan, y los lodos que proceden de los polvos. Pero nada más.
Los estados de sobreexcitación o de espera de algo más no me gustan.
Me basta con estar vivo, y sentir latir la sangre en las arterias.
La inmovilidad del tiempo en un sofá, en un libro, en un pensamiento.
Y follar de vez en cuando.
A mí, Maese Pedritus, me basta con follar.
Y vivir, de vez en cuando.
Pero ya sabe que yo soy un caso perdido.
Le beso, castamente, o como le parezca menos alarmante.
Alfonsina Storni
La caricia perdida
Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos... En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quién la recogerá?
Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará... rodará...
Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.
Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?
CONTIGO.
No estás tan sola sin mí.
Mi soledad te acompaña.
Yo desterrado, tú ausente.
¿Quién de los dos tiene patria?
Nos une el cielo y el mar.
El pensamiento y las lágrimas.
Islas y nubes de olvido
a ti y a mí nos separan.
¿Mi luz aleja tu noche?
¿Tu noche apaga mis ansias?
¿Tu voz penetra en mi muerte?
¿Mi muerte se fue y te alcanza?
En mis labios los recuerdos.
En tus ojos la esperanza.
No estoy tan solo sin ti.
Tu soledad me acompaña.
Manuel ALtolaguirre.
Otro exceso por defecto, Exilio: La soledad, a veces, tan excesiva.
Con exceso, los gozos. Por defecto, las sombras.
Así, entre los gozos y las sombras, me paso yo la vida. Pecando, lo mire por donde lo mire, pues tanto se peca por pasarse como por no llegar.
Error de cálculo, le llaman.
Es lo que tiene ser de letras.
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