Me falta una palabra, una palabra
sólo.
Un niño pide pan; yo pido menos.
Una palabra dadme, una sencilla
palabra que haga juego
con...
Qué torpes
mujeres sucias me interrumpen
con su lento
llorar...
Comprended: cualquiera de vosotros,
olvidada en sus bolsos, en su cuerpo,
puede tener esa palabra.
Cruza más gente rota, llegan miles
de muertos.
La necesito: ¿No veis
que sufro?
Casi la tenía ya y vino ese hombre
ceniciento.
Ahora...
¡Una vez más!
Así no puedo.
Ángel González, Áspero mundo
No midas tus palabras, deja que lleguen a mí, vivas como una mañana fresca o adormecidas como una noche triste; deja que sean violentas como un temporal o dulces como una lluvia de verano; deja que fluyan como un torrente cristalino, que se remansen como un oscuro lago, que se desborden como ríos por mis riberas, que inunden mis orillas; deja que se me acerquen, que me invadan, que me llenen; deja que sean frías como el hielo o ardientes como los besos; deja que me abracen, como nuevos amantes o que me hieran, como viejos enemigos.
No midas tus palabras, no las calles, no las guardes... no te importe su efecto en lágrimas, no escatimes su regalo de felicidad.
Buenas noches.
Banda sonora que habla, que dice, que grita, que susurra:
martes, 16 de octubre de 2007
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4 comentarios:
Gracias por el poema de Ángel González, que no conocía. Me gusta esa poesía sin complicaciones, esa poesía que se impone por su sencillez.
Al poeta le faltaba una palabra pero Ud. demanda un torrente de ellas, palabras a puñados y sin freno, como las que se pronuncian en los momentos de pasión.
La música que ha escogido ayuda a que la noche sea un poco más hospitalaria.
Buenas noches.
Yo no demando, querido Raf, yo normalmente pido en voz bajita, pero usando todas las palabras que tengo, que son muchas y se me atropellan.
Yo no demando, ni exijo.. a veces, fíjese, lo que hago es llegar a suplicar.
Pero sí... en la pasión suele haber palabras a miles, a puñados y sin frenos.
Aunque no se digan.
Aunque no se escuchen.
Buenas y hospitalarias noches, amigo del Este.
Demasiado oscuro.
Demasiado irreal, intangible, insomne, onírico.
¿Cuándo sale el sol?
Tengo un montón de palabras guardadas. Las he ido metiendo en una pequeña caja, donde nadie las ve. Son palabras para una ausencia: la ausencia de mis deshoras, la de mis miedos, la de mis susceptibilidades, la de sentirme incómoda y extraña.
Hay cosas que no sé hacer. No las he aprendido en mis casi cinco décadas de vida y, lamentablemente, pasan factura. Ando pues, metiendo palabras en una caja, donde nadie las ve.
Una vez, mi santo -que paciencia me tenía- me dijo que cuanto más amo, menos hablo, menos comparto, menos comunico. Posiblemente tenía razón. Ese defecto no va a menos, sino a más. Es la tara de los que acumulamos cicatrices y complejos. Una tara difícil de superar.
Pero guardo las palabras para ese día -tiene que llegar el día- en que me desabroche la lengua y sea capaz de entregarlas a su legal propietaria.
Sé que tal vez esta retahíla inconexa suene críptica. Espero que la anfitriona me perdone el desmán, pero ese es otro de mis defectos: hablar en jeroglíficos. De cualquier modo, quiero dejar aquí unos besos, unos cuantos abrazos y mucho cariño. Esos, al menos, estarán claros como el agua.
Besicos de Sureste.
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