A veces te hundes, caes
en tu agujero de silencio,
en tu abismo de cólera orgullosa,
y apenas puedes
volver, aún con jirones
de lo que hallaste
en la profundidad de tu existencia.
Amor mío, qué encuentras
en tu pozo cerrado?
Algas, ciénagas, rocas?
Qué ves con ojos ciegos,
rencorosa y herida?
Mi vida, no hallarás
en el pozo en que caes
lo que yo guardo para ti en la altura:
un ramo de jazmines con rocío,
un beso más profundo que tu abismo.
No me temas, no caigas
en tu rencor de nuevo.
Sacude la palabra mía que vino a herirte
y déjala que vuele por la ventana abierta.
Ella volverá a herirme
sin que tú la dirijas
puesto que fue cargada con un instante duro
y ese instante será desarmado en mi pecho.
Sonríeme radiosa
si mi boca te hiere.
No soy un pastor dulce
como en los cuentos de hadas,
sino un buen leñador que comparte contigo
tierra, viento y espinas de los montes.
Ámame tú, sonríeme,
ayúdame a ser bueno.
No te hieras en mí, que será inútil,
no me hieras a mi porque te hieres.
Pablo Neruda, El Pozo
(de "Los versos del capitán - Las Furias")
Al límite, siempre al límite, siempre a punto de caer, siempre rondando el abismo. Bordeando el precipicio, asomándome al vacío, balanceándome en el hilo inseguro de mis sueños, aferrándome al clavo ardiente de mis deseos. Trapecista novata, equilibrista entusiasta, fonambulista torpe, adicta inconsciente al peligro, ensayando sin protecciones, actuando sin red, impulsada por la idea absurda de volar sin ser abatida, arriesgándome a cualquier dolor en la esperanza de que se transforme en placer, ofreciéndome, impúdica e indefensa, ciega y dócil, débil y decidida, a las profundas simas, los barrancos oscuros que me rodean y me llaman.
Banda sonora de este agotador anexo al martes que está resultando el miércoles...
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