Amé su cuerpo entonces y su alma.
Su piel fue para mí la tierra firme;
la soñé como un sexto continente
no registrado en mapas todavía.
Soñé con la bahía de su boca.
Su pelo era una selva virgen
que abría su misterio mineral y oscuro.
Soñé con las ciudades de sus pechos.
Los ríos de las venas que afloran en su piel
eran rutas abiertas
a la navegación y al gozo.
Se podía viajar en su mirada.
En las blancas llanuras de sus manos
yo cultivé el maíz y las buenas relaciones.
Después no pude estar sino en su cercanía
Otto raúl González, Amé su cuerpo.
Aún es muy temprano, sí y el sol aún se mueve despacio, perezoso y lento, sobre un fondo azul intenso, luminoso y fiero. La noche, sin embargo, se ha resistido a marcharse y no me ha abandonado desde ayer: está oscuro el habitual caos de mi mente, está oscuro el pacífico aire de mi casa y mi corazón, este corazón siempre en llamas, está a oscuras y perdido. Completamente perdido en medio de tanta y tan hermosa luz exterior, perdido en esta tenebrosa penumbra interna, perdido sin encontrar el mapa certero que indique la salida, perdido sin recibir respuesta, sólo un eco, burlón, distante, redundante, que repite en mi oido palabras sucias...
Aún es pleno día, pero es infinita noche si sólo tengo esta ausencia, si sólo ofrezco este dolor.
Buenas tardes noches, diríanse de vocación de martes...
Banda sonora para mezclar con cualquier otra melancólica fuente de tristeza:
domingo, 28 de octubre de 2007
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3 comentarios:
Preciosa foto Exilio, parece un cuadro totalmente.
Melancolica melodia de acompañamiento, como su alma de ud. que tal parezca que detrás de su hermetica coraza exterior, palpita una atezada tristeza y desesperanza.
Como me gustaría aliviarla, si asi fuera, darle parte de mi optimismo, solo para que dejara de temblar en busca de un amor o de una paz, o de unos besaso saciadores, que parece no haye nunca.
Pero lo más que me confunda, y tenga ud. en su interior mas optimismo que yo, mas esperanza que yo, mas confianza que yo.
Besos desde mi orilla, corazon.
Se avecina la noche sin pensárselo dos veces, pinta de negro la soledad de mi ventana y viene silbando canciones tristes de martes, música de saxo y piano almibarada por un solista con pajarita y zapatos de charol. La violencia de mi corazón no alcanza más allá de sus paredes; se disipa en cada pálpito. Eso que se me echa encima tiene toda la pinta de poder aplastarme y no sé cómo ni cuándo podré rebelarme. Las manos son humo, las manos que me miran abiertas se desvanecen cuando me acerco. Naufrago en el torbellino de agua sucia del fregadero.
¿Color?
¿Y en martes?
NO ME LO PUEDO CREER.
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