Dentro, en tus ojos, donde calla y duerme
un palpitar de acuario submarino,
quisiera - licor tenue al difumino -
hundirme, decantarme, adormecerme.
Y a través de tu espalda, pura, inerme,
que me trasluce el ritmo de andantino
de tu anhelar, si en ella me reclino,
quisiera trasvasarme y extenderme.
Multiplicar mi nido en tus regazos
innumerables, que al cerrar los brazos
no encontrases mi carne, en ti disuelta.
Y que mi alma, en bulto y tacto vuelta,
te resbalase en torno, transparente
como tu frente, amor, como tu frente.
Gerardo Diego, Amor
Buenas noches, cazadores.
Banda sonora de martes y marcianos:
2 comentarios:
Estoy agotada al extremo de no poder ni pensar. Sentada ante el ordenador -y no debería- mientras hago tiempo para que concluya la prosaica tarea de guisar la "carne nuestra de cada día, dánosla hoy"... que parece que nunca va a terminar de estar a punto.
Como no puedo ni pensar, y apenas atino a leer, lo más probable es que esté estropeando el bordado de tu tela. Y lo lamento. Pero esto es lo único que soy capaz de ofrecerte por ahora, en un intento estúpido de dejarte ver que, aunque buena parte de las veces no escriba nada, no es que te falte mi mirada, es que me faltan las palabras oportunas.
Y no quería irme hoy también sin dejarlas. Aunque sean esta especie de engendro deslavazado.
Tengo ganas de poder abrazarte.
Claro, Sofía, es que andás despistada vos: ¿no habría sido mucho más fácil fijarse en la fecha antes de empezar a escribir y hacer lacrimógenos y moralizantes comentarios sobre el magnífico aniversario que nos deparó el día de ayer?
Sos así, impulsiva, y venga a darle vueltitas a la carne, ¡hay que ver!
Besos para las dos, (Sofía, Exilio) de corazón.
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