martes, 12 de junio de 2007





Me has enseñado a respirar
Juan Gelman


Porque ahora paso mi mano sobre el envés de las hojas
y sé leer su alfabeto
y si cierro los ojos oigo correr un río
y es tu voz que despierta

Porque mi cuerpo comienza ahora en ti
y acaba más allá de la lluvia
donde alcanzan tus brazos y el miedo acuartelado no vigila
y sé llamar las cosas
de modo que éstas salten, se desnuden
y todo sea reciente
para mis ojos que aman en tus ojos

Porque en mi llanto crecen blandas plantas carnívoras
y mi sangre palpita como una iguana abierta
Porque ahora mi cuerpo recupera sus partes
y nace una piel nueva que derrota el verano

Porque me has enseñado a respirar...


Piedad Bonnett, Ahora.




Sin aliento; atenta al más mínimo, imperceptible gesto; alerta a los sonidos que se esconden, traviesos, y juegan, descarados, con mi mente; inquieta ante la llegada inminente de otra noche de presencias invisibles; despierta en un lecho repleto de caricias, inundado de sueños; atrapada, sin posible escape, por la red inaprensible, delicada, irrompible, del deseo y la entrega; asfixiada dulcemente, entre unos brazos implacables, abiertos a mi pecho, adheridos a mi cuerpo, destinados a enseñarme a respirar de nuevo...

Buenas noches.





1 comentario:

Blues dijo...

EDÉN DE LOS EDENES.

En la grata penumbra de la alcoba
todo, indecisamente sumergido
y ella, desmelenada en el mullido
y perfumado lecho de caoba;

tembló mi carne enfebrecida y loba,
y arrobeme a su cuerpo repulido
como un jazminero florecido
una alimaña pérfida se arroba;

besé con beso deleitoso y sabio
su palpitante desnudez de luna
y en insaciada exploración, mi labio

bajo al umbroso edén de los edenes
mientras sus piernas me formaban una
corona de impudor sobre las sienes....

Miguel Rash-Isla.