Hay espinas que acarician y pétalos que matan.
Hay cadenas de seda que el fuego no consume.
Hay números que duelen, hay cifras que perduran.
Hay números que hieren y amaneceres torvos
repletos de sonidos que azotan la memoria.
¡Oh, dulce amor lacerante! Cruel dolor imprescindible,
golpéame con tu fragancia una vez más,
arróllame sin tregua al calor de tus dagas afiladas
y dejemos que la noche se diluya
entre besos y lágrimas, sollozos y gemidos,
como un ímpetu de dioses condenados a vida.
Sergio Borao Llop, Poemas quietos
La eternidad dura un segundo, el tiempo pierde su ritmo en un minuto, el reloj se detiene en el abrazo, en la caricia, el espacio se congela con una mirada, los planetas dejan de girar cuando tenemos en las manos el único Universo que conocemos, y todo el futuro, el destino, el azar, el indescifrable misterio de la vida, vive en la piel y los labios de quien nos ama, de quien amamos, encerrándonos en una perpétua condena de deseo...
Buenas noches
1 comentario:
No me diga, Exilio, que acabamos de descubrir a otro poeta.
Verá, hasta hace 24 horas, no nococía nada de la obra de Sergio Borao, pero el poema que incluí ayer aquí y el que hoy inserta usted en la cabecera de este Mapa, son -creo yo- muestras suficientes como para considerar leer el resto de su poemario.
Buenas noches.
Aún insomnes, buenas noches, Exilio.
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