miércoles, 18 de abril de 2007




Miré, airado, tus ojos, cual mira agua un sediento
mordí tus labios como muerde un reptil la flor;
posé mi boca inquieta, como un pájaro hambriento,
en tus desnudas fromas ya trémulas de amor.

Cruel fue mi caricia como un remordimiento;
y un placer amargo, con mezcla de dolor,
se deshacía en ansias de muerte y de tormento,
en frenesí morboso de angustias y de furor.

Faunesa, tus espasmos fueron una agonía.
¡Qué hermosa estabas ebria de deseo, y que mía
fue tu carne de mármol luminoso y sensual!

Después, sobre mi pecho, tranquila te dormiste
como una dulce niña, graciosamente triste,
que sueña ¡sobre el tibio regazo maternal!

Luis G. Urbina, Lubrica Nox


Como un instrumento desafinado, una palabra silenciada, un callejón desierto, una playa bajo el vendaval, un niño abandonado, un edificio en ruinas, un barco embarrancado, una inútil colección incabada, un libro a medio leer, un páramo desolado, una página en blanco, una noche de violencia... mi cuerpo, mi piel sólo son semillas sin vida, rescoldos impacientes a la espera del soplo del deseo.

Buenas noches.




6 comentarios:

Anónimo dijo...

LA PIEL TIENE RECUERDOS

Obstinada,
mi epidermis
absorbe aún tu olor
cada mañana.

Inmisericorde,
tu toalla despierta
instintos de lujuria
pura felpa
hace ya tiempo.

Y es que la piel
tiene recuerdos.

Blues dijo...


Mi estricta voluntad, mi punta seca
que está domando en ella
oceánicas pasiones y rumores antiguos. El cauterio que aplico
a esa llaga amorosa que, sin forma, palpita.

Si hiero, mato, engendro.
(Su exánime sonrisa me conmueve y me excita.)
Si la acaricio, mido,
sujeto sus equívocos y todas
las suavidades sumas que a la nada convidan.

Hasta que al fin, en sangre,
en su sólo sí misma,
en mi ir traspasando mis propios sentimientos,
la obtengo, mato, muero.


Gabriel Celaya.

D.K. dijo...

Después de tanto tropezar
dando tumbos he llegado aquí.
Y no se está tan mal.

No sabía dónde ir,
había cerrado el último bar.
Y tu oferta no la pude rechazar.

Y deja que yo apague la luz,
tú deja de mirar el reloj;
será mejor.

Yo dando patadas al sol,
tú enfadada con el despertador.
Enemigo del calor.

Solitario corazón
vaga sin rumbo por aquí.
Buscando un poco de emoción.

Sin promesas que cumplir,
sin palabras de ésas que después
se olvidan con el sol.

Las penas cambian su sabor
cuando no hay espinas para cenar
y en la mesa comen dos.

Y la fiesta sigue en el salón,
la luna nos pilló bailando
la balada del despertador.

Y deja que yo apague la luz,
tú deja de mirar el reloj;
será mejor.

Yo dando patadas al sol,
tú enfadada con el despertador.
Enemigo del calor.

Que siempre molesta en lo mejor.
Como el sol que me despierta
cuando escondido estoy
bajo el edredón.
¡Pégate a mí!

Deja que yo apague la luz,
tú deja de mirar el reloj;
será mejor.

Yo dando patadas al sol,
tú enfadada con el despertador.
Enemigo del calor.

Balada del despertador. La Fuga.

Buenas noches, Exilio. Besos.

Anónimo dijo...

Estoy encantado de hollar en este sitio.
Y, advierta la lectora, que utilizo la h de hollar y no la f... de felizmente, cosa a la que no me atrevería, aún, pues soy tímido de naturaleza.
Eso sí, todo se andará.
Gracias por la invitación.

Unknown dijo...

Espero que su comentario sea un mero recurso retórico y no una expresión de un estado real.
En todo caso, aun en los peores momentos, hay que ver el lado positivo.
Siempre es mejor un páramo desolado a tener al lado a un fulano que te llama Faunesa.
Que hay que tener bemoles.

Joselita del Sur - Exilio Voluntario dijo...

Ed, Blues, D.K. gracias por sus palabras y sus versos, algunos musicados, otros musicales...

Octubre, bienvenido.

Pedritus, llegará un momento en que el placer de leerle deje de compensar el dolor que me causan sus críticas.

Hombre cruel.

Faunesa Voluntaria...